A 76 años de Hiroshima y Nagasaki: Ciencia y conciencia en el camino hacia la bomba atómica

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Leucipo y Demócrito, filósofos de la antigua Grecia, concibieron un universo hecho de átomos y vacío. Borges, en su exquisito poema El Golem, dice que en las letras de "rosa" está la rosa y todo el Nilo en la palabra "Nilo". Argüimos que en la palabra átomo está la bomba. Difícilmente en sus más altas inspiraciones estos filósofos, fundadores de la Escuela Atomista y, por ende, padres de la física moderna, visualizaron la devastación de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki veinticinco siglos después. Evocando un verso del gran Darío en su Oda a Roosevelt, los locos de hoy dirían que la criatura dio un primer movimiento en los mares de la incertidumbre cuántica cuando acuñaron el término.

Pero Aristóteles y Platón adhirieron a la teoría de Empédocles, el cual sostenía que la materia estaba formada por 4 elementos: tierra, agua, aire y fuego. Una quintaesencia, el éter, fue agregada. Este pensamiento se mantuvo hasta el Renacimiento. La Revolución Industrial traería profundas transformaciones tecnológicas y un cambio en la visión intelectual de la humanidad. John Dalton retomó las ideas de Leucipo y Demócrito y en 1808 publicó su teoría atómica. J. J. Thompson descubre en 1897 una partícula de carga negativa a la que nombra electrón. Niels Bohr en 1913 postula que los electrones giran en órbitas estacionarias a cierta distancia del núcleo y entierra el concepto de átomo como algo indivisible. Chadwick en 1932 descubre el protón y, de paso, consigue el proyectil ideal para provocar reacciones nucleares. El modelo actual del átomo es el modelo mecano cuántico expuesto por Heisenberg y Shrödinger en 1925.

En 1933 Adolf Hitler asciende al poder y Einstein, que se encontraba visitando el Instituto Tecnológico de California, anunció que no volvería a su país. El 10 de mayo jóvenes alemanes queman miles de libros de intelectuales judíos. Los de Einstein en particular. El ideal de una ciencia alemana pura pronto diezmaría la física del Tercer Reich y la pérdida de estas altas capacidades sería una herida autoinfligida para Alemania.

A fines de 1938 ocurre un hecho capital. En Berlín Otto Hahn y Fritz Strassmann logran la escisión o fisión del núcleo de Uranio, con la consiguiente liberación de enormes cantidades de energía. En Copenhague, Niels Bohr y la refugiada Lise Meitner recrean la experiencia y confirman los resultados. Dos días después Bohr parte a Norteamérica a una conferencia internacional de física nuclear y se reúne con Fermi.

En 1939 Alemania invade Polonia y Einstein no tiene más alternativa que firmar una carta, redactada por Szilard y un grupo de físicos, al Presidente Roosevelt, en la cual advierten que Alemania estaba en condiciones de crear un arma con un poder destructivo no conocido hasta ese momento. Cuatro años más tarde, el 2 de diciembre de 1942, Fermi logra la primera reacción nuclear en cadena autosostenida en los sótanos de la Universidad de Chicago. El 16 de julio de 1945 se realiza la primera prueba de la bomba atómica en el desierto de Alamogordo en Nuevo México y resulta ser un "completo éxito". Oppenheimer recordaría los textos sagrados del Bhagavad Gita. "Me convertí en muerte, en destructor de mundos" declararía. Estas palabras estremecerán para siempre los siglos venideros, si es que los hay para el humano.

Otto Hahn y Werner Heisenberg fueron la pesadilla de los aliados durante la guerra y, en especial, para los científicos del Proyecto Manhattan, los cuales conocían muy de cerca las altas capacidades de los físicos alemanes. Adolf Hitler nunca imaginó que, en sus laboratorios, en un puñado de científicos, tenía más poder que en los 20.700.000 hombres de la Wehrmacht en su mejor momento. Y además tenía a Von Braun quien, ya en 1939, le había propuesto las bases de los proyectiles teledirigidos. Al menos en este caso, aunque tardíamente, el Führer reconoció su error.

En la madrugada del 6 de agosto de 1945, el Comandante Claude Eatherly comunica al Enola Gay el "go ahead" para que arroje la primera bomba atómica sobre Hiroshima. El 9 de agosto una segunda bomba devastaría también Nagasaki. La humanidad por vez primera tenía en su poder un arma mediante la cual podía aniquilarse a sí misma. Arthur Koestler postuló que el hombre es un error de la naturaleza, un fracaso de la evolución, visto que su neocórtex racional no controla el cerebro primitivo instintivo. Sugirió incluso un tratamiento mediante químicos para controlar al homo maniacus. Claude Eatherly jamás sería el mismo nuevamente. Desahuciado por la psiquiatría, fue encerrado en un manicomio de Waco. Eatherly se negó a ingerir medicamentos para olvidar la pesadilla de la cual se sentía responsable, En la prisión, su único consuelo fue la correspondencia que mantuvo con el filósofo Günther Anders, quien le manifestó en una de sus misivas que él, Eatherly, era la única persona sana de nuestra sociedad.

Y si en la palabra "Nilo" está el río, entonces en "Einstein" están todos los físicos del Proyecto Manhattan que entregaron la bomba a Truman y que luego se negaron a cooperar en la construcción de la bomba de hidrógeno, convirtiéndose en activistas por la paz.

Ettore Majorama, uno de los "chicos de la Via Panisperna" del grupo de Roma, considerado un genio a la altura de Newton o Galileo, en 1938 le comentó a su familia que la humanidad iba por mal camino, para luego desaparecer misteriosamente. En "Majorama" están todos aquellos físicos que, en conciencia, no le entregaron la bomba ni a Mussolini, ni a Hitler, ni a Truman.

Klaus Fuchs, físico alemán del Proyecto Manhattan, entregó todos los datos en su poder de la bomba a Rusia y no recibió dinero a cambio. En "Fuchs" están todos los físicos que pensaron que un equilibrio de fuerzas evitaría una guerra nuclear y le entregaron la bomba a Stalin.

En "Eatherly" están todos aquéllos que se sintieron responsables indirectos del dolor del pueblo japonés.

¿La soledad de "Truman", único Presidente que ha arrojado la bomba, nos acompañará hasta el fin del universo?. Sí, siempre que le demos una oportunidad a la paz, como dijo John Lennon.

Y si los muertos sueñan, Leucipo y Demócrito, sea en la Comala de Rulfo, sea en el vacío cuántico de los locos de hoy, lo hacen con serpientes de mares inciertos. Sueñan con las serpientes de Silvio Rodríguez. Matan una y aparece una mayor. Son Legión. Sueñan que las envenenamos con palomas de nuestro bien. Sueñan que leen el Crátilo de Platón. Sueñan que un día soñaron el átomo.

Diego Jove Bascuñán (Ing. Civil UCM)
Darwin Vega Vidal (Ing. Civil UCh)
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