Un día azul

Columnas y Artículos

El viernes 13 de marzo terminamos de manera "habitual" nuestra jornada de trabajo o nuestro día de clases. "Nos vemos el lunes", dijimos al despedirnos de los colegas y amigos... pero el día laboral o de clases del lunes 16 de marzo nunca llegó o si lo hizo, no fue de la forma en que sabíamos que transcurría "normalmente".

¿Qué sentiste cuando habías prometido visita a tu madre y no pudiste ir? ¿Qué sentiste cuando el lunes te sacabas la foto grupal en tu colegio y tu colegio estaba cerrado? ¿Qué sentiste cuando iniciabas tus clases del semestre ese día y tu institución te decía que no se iniciarían las clases? ¿Qué sentiste cuando te dijeron que ahora harías teletrabajo o clases virtuales? Sin duda los sentimientos por los que todos transitamos fueron muy similares, aunque diferentes en intensidad, incertidumbre, ansiedad, desconcierto, frustración, angustia, en fin...

Os quiero invitar a realizar un juego de imaginería: el lunes 16 de marzo, tú despiertas y no entiendes el idioma que escuchas, las imágenes en la televisión no tienen sentido, las personas de tu casa hablan mucho, los diarios, revistas y redes sociales entregan información que no logras decodificar, no puedes salir de casa, pero no entiendes el por qué. Tanta información satura tu capacidad de procesamiento, en un idioma que además no entiendes y, de pronto, colapsas sin saber cómo actuar, cómo enfrentar tantos estímulos simultáneos sin previa información y ¿qué haces? Lloras, te enojas, quizás golpeas tu almohada, te encierras en tu pieza, las respuestas que se generan frente al mismo estímulo son variadas. Todo ese cambio y nadie nos avisó, no alcanzamos a prepararnos.

A inicios del mes de abril conmemoramos el Día Internacional de la Toma de conciencia sobre el autismo. El color azul representa esta condición, recordando el mar que a veces es tranquilo y en ocasiones turbulento. Te invito a que cuando veas a un niño, adolescente, joven o adulto con trastorno del espectro autista (TEA), recuerdes lo que aproximadamente has sentido en estos días, las dificultades que has experimentado, las respuestas que has generado, los desahogos. Sabemos que esto terminará, que volveremos al trabajo presencial, al colegio, que nos volveremos a abrazar, etc. Sin embargo, el trastorno del espectro autista (TEA) no termina, es una condición que acompaña a la persona toda su vida.

La próxima vez que veas a un niño, adolescente, joven o adulto que evita el contacto visual, repite palabras o frases una y otra vez (ecolalia), muestra obsesión por algunos objetos, se balancea o agita sus manos mientras espera su turno, grita porque no obtiene lo que desea, reacciona de forma poco "habitual" a ciertos estímulos como sonidos, olor, tacto, gusto... recuerda estos días que has vivido, recuerda tus miedos, desconcierto, ansiedad y que tu mirada hacia nuestro amigo no sea de reproche, que tus palabras no sean para emitir juicios de cuál debería ser el comportamiento de este sujeto. Ese niño, adolescente, joven o adulto cada día de su vida está haciendo un gran esfuerzo por entender lo descortés que es nuestra cultura para con él.-

Por María Soledad Montalba S.
Educadora Diferencial y docente del Área Educación
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