Dos miradas a la convención constitucional y sus propuestas... una de admiración y esperanza, otra de observación y amenaza...

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Creo que es el momento para enfatizar con más fuerza la legitimidad que tiene la Convención Constitucional, porque al parecer, en los últimos días, como por arte de magia la prensa ha dado abierta cobertura a una corriente de observaciones principalmente negativas, cuestionamientos directos, menoscabo a los análisis y una manifiesta intención de negativizar el trabajo que realizan los convencionales, principalmente aquellos que se ubican en la línea e ideas del Apruebo

Como dice un connotado y querido humorista nacional "sospechosa la..."

De ninguna manera esta columna pretende deslegitimar las críticas u observaciones, porque el derecho democrático es inherente a las personas y sus libertades. Sin embargo, válido es hacer defensa de una postura que se considera correcta, y que se basa en el derecho que la ciudadanía les entregó a los Convencionales para la confección de una nueva Constitución para Chile.

Hace algunos días atrás, El Mercurio, en tres cuartos de página publicó una declaración de "amarillos por Chile", cuyo título indica que piden a la convención diálogo y "escuchar al que piensa distinto", y se autonominan como una "mayoría silenciosa". Ya parece arrogante la auto denominación. ¿Tienen la estadística que comprueba esa mayoría? "No queremos la deconstrucción de Chile, ni su desmembramiento, ni su refundación desde cero", manifiestan.

¿Habrá alguien que quiera desconstruir, desmembrar y una total refundación de Chile? Son afirmaciones muy temerarias, arrogantes y quien sabe con una intención escondida.

Bueno, muchos de los firmantes han sido connotados y connotadas figuras públicas, que durante los últimos veinticinco años muchos de ellos ocuparon notables cargos de poder, donde imagino pudieron colaborar en hacer los cambios necesarios que hoy reclaman, porque son políticos, economistas, empresarios, exministros y otros.

Días después, precisamente el martes 22 del mes pasado, también en El Mercurio, pero esta vez solo en un tercio de página, publica otra carta, de cuatro personas, que son figuras públicas también, pero del mundo del pensamiento filosófico, la academia, la ciencia y la fe. Gastón Soublette; filósofo y escritor, Adriana Valdés; Directora de la Academia de Letras de Chile y Ensayista; Felipe Berríos; Sacerdote Jesuita y Fundador de Techo Chile; y María Teresa Ruiz; Astrónoma y Premio Nacional de Ciencias Exactas. Ellos comienzan expresando la esperanza de "ver como Chile escribe por primera vez en su historia una Constitución de manera democrática, paritaria, con participación de pueblos originarios". Dicen además "apreciamos con admiración como esta ha definido sus reglas y sorteando los obstáculos, en base a un trabajo arduo y un espíritu colectivo que no siempre es bien comprendido".

Principal sería repasar y no olvidar como se han generado las Constituciones en nuestro país, y de ahí compartir su valor, (1828, 1833, 1925, 1980).

Lo que se escribe hoy tiene componentes únicos e históricos. Nace de un estallido social, lo que indica que dará respuesta a lo que esperan la gran mayoría de los chilenos, será primera en el mundo en participación paritaria, perspectiva de género, acceso garantizado de pueblos originarios; y sus redactores elegidos por votación popular.

Creo que se esperaría que, en el Plebiscito de Salida, donde se votará por Aprobar o Rechazar el Texto Constitucional presentado, se enfrenten las dos miradas que presentan los dos grupos comentados anteriormente, y que hoy se vislumbran: una de observación y rechazo, y la otra de admiración y esperanza.

Se ha de esperar tal vez, que se activen los temores, la reacción, el miedo a perder poder. Ahora unos aprenden a ser mayoría, y quienes siempre lo fueron les cuesta más aprender a ser minoría.

Germán Muñoz Castillo
Profesor

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