Hay gustos personales que terminan teniendo un alto costo…

Columnas y Artículos

En lo personal, y ha sido manifestado en diversas oportunidades, he sido un seguidor cercano al proceso constituyente que vive nuestro país, y abiertamente partidario de que se arribe a aprobar una nueva constitución como la mayoría de los chilenos.

No obstante, lo anterior, la objetividad con la que se deben mirar los procesos históricos no debe perderse, más aún cuando se estima que deben prevalecer en el tiempo como son los contenidos de las Constituciones. En tal sentido, no se necesita haber sido contemporáneo de Carrera, Rodríguez, O’Higgins o Mackena para conocer y valorar sus esfuerzos y aportes al proceso de la independencia de Chile.

La razón que ha dado la presidenta de la Convención, inicialmente, para no invitar a los expresidentes de Chile a la ceremonia de entrega del texto definitivo, ha sido demasiado burda y muy escasamente creíble, mostrando en su actitud una notable ausencia del sentido histórico, arrogancia y soberbia. Bien dijo un convencional al respecto “la historia constitucional de Chile no parte con la Convención”. ¿Alguien podrá creer que no había espacio para cuatro personas más en la ceremonia?

Sin duda la convención que preside María Elisa Quinteros es de altísima importancia en el proceso que vive nuestro país, pero la república no nace con ella, ni termina con ella; por tanto, no querer sentir como prioridad convocar a la ceremonia de entrega del texto constitucional a los expresidentes de Chile, se ningunean treinta y dos años de nuestra historia republicana. ¿Torpe gustito no?

Las nuevas órdenes mundiales no ocurrieron borrando los vestigios de lo sucedido en sus respectivos tiempos, sino que quedan en la historia justamente para probar que fue superado por lo nuevo, que supone algo mejor, más justo, más bueno, más humano, de mejor futuro. Un cambio recordando el pasado, comprendiendo mejor el presente y proyectando ese cambio hacia el futuro.

La convención, la que admiro y respaldo, no “descubre el agua caliente”, ni la democracia, ni los valores que puedan hacernos más iguales y felices; pero se destaca y reconoce su trabajo, el que sin duda nos entregará un nuevo orden. Lo que no le califica para desestimar los esfuerzos extremos y objetivos terminales para vencer a un dictador y entregarle al país una democracia perdida por 15 años, y recuperada mediante una lucha constante y dura, donde don Ricardo Lagos fue capaz de apuntar directamente al dictador reprochándole las persecuciones, abusos, desaparecimientos  y muertes; alentando al pueblo con su actitud a volcarse en busca de un nuevo destino de lucha por la libertad, por la dignidad y la democracia a través de acciones como el plebiscito primero, y las elecciones libres después.

Reitero, soy partidario del Apruebo, pero el presente artículo expresa que pudo más mi lealtad a un principio y valor aportado por el Expresidente Lagos a nuestra historia libertaria, y su disposición, como ya se dijo, no solo para enfrentar a un poderoso dictador, sino que también ser parte de la Alianza Democrática, Ministro y Presidente de Chile.

Sus aportes a nuestro país no me permiten guardar silencio frente a un acto que considero inoportuno, desagradecido y de ofensa histórica de la presidenta de la convención. En todo caso la carta de Don Ricardo refleja el ciudadano que es, la estatura de su mirada, el valioso aporte y su profunda dignidad.

Germán Muñoz Castillo

        Profesor

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