…La historia siempre nos marca los tiempos…

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Por: German Muñoz Castillo

Existen momentos, circunstancias y análisis que marcan las épocas, pero siempre hay caminos de cambios. La humanidad toda, los países y pueblos particularmente, viven situaciones que casi siempre no se ven venir con claridad, pero al instalarse causan notables inconvenientes, tristezas; a veces destrozos, inhumanidad y hasta muertes.

Así ocurrieron éxodos, crucifixiones, condenas injustas, quemas de libros, persecuciones, apresamientos, torturas y hasta ajusticiamientos. Todos hechos anteriores que en el presente sería poco ocurrente realizar esas prácticas (¿?).

Al parecer, se observa, principalmente en aquellos que con algún privilegio tienen acceso fácil a los medios de comunicación, y que además ocupan ciertos espacios de poder, mencionar con fuerte acidez y rabia; insultos, agresiones y ofensas a quienes convierten en adversarios. Actitud cavernaria permanente. La tolerancia hoy es como guardar agua en un canasto.

Las voces parlamentarias, con sus verdades a medias o medias verdades y sus gritos casi histéricos, actitudes actorales, e incluso con permanentes faltas al respeto, se olvidan de que “nunca se rebaja tanto el nivel de una conversación, como cuando se alza demasiado la voz”. Así como existe un arte del bien hablar, existe también el arte del buen escuchar. Artes ambas que están bastante olvidadas. (Se podría plebiscitar su regreso).

La vía de los acuerdos siempre existió, ha existido y existirá; por distintas circunstancias y en distintos ámbitos de las sociedades. Tratados que aún persisten en los textos históricos que aún quedan a la vista de los más conscientes, objetivos, moderados y cultos. (Versalles, Ancón, Araucanía, Guerra del Pacífico, los Parlamentos con límites en el Biobío y tantos otros).

Actitudes al límite que nos cuenta la historia, y aún en esos momentos fue posible preservar el respeto. Miguel Grau en carta a la viuda de Prat enviándole sus pertenencias después de un enfrentamiento bélico. La misma arenga de Prat ante del combate, mostrando fuerza propia, actitud de comandante, pero respeto por sus adversarios. O’Higgins en la plaza de Rancagua (“… O vivir con honor o morir con gloria, el que sea valiente que me siga”). En los momentos más álgidos y difíciles no solo se apeló a la valentía, sino que también primó el respeto y la honorabilidad.

¿Podemos iniciar un nuevo comportamiento en un nuevo tiempo en corrección y con respeto?

…Es tiempo de proponer, no de ofender. Es tiempo de aportar no de criticar. Es tiempo de construir no de destruir. Es tiempo de juntarse no de separarse. Es tiempo de trabajar no de pelear. Es tiempo de ocuparse no de preocuparse.                                                                                         

No porque prevalezca el materialismo tenemos que olvidar el idealismo. George Duby nos indicó en algún momento: “la huella de un sueño no es menos real que la de una pisada…” El requisito indispensable para la existencia de las relaciones humanas “es el respeto”, en la medida que volvamos a valorarlo mejoraremos también nuestras relaciones y nuestro cotidiano vivir; y las próximas generaciones podrán encontrarse en un espacio de mejor existir, y caminar con mayor normalidad hacia una vida más tranquila y feliz.

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