En Palmilla, un espacio que invita, acoge y reconforta

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Originalmente el término "biblioteca" deriva de las palabras griegas Biblián (libro) y thake (caja), lo que equivaldría al significado "depósito de libros".

Nacieron en los tiempos de las ciudades mesopotámicas, donde tuvieron en principio una función conservadora, de registro de hechos ligados a la actividad religiosa, política, económica y administrativa, al servicio de una casta de "escribas y sacerdotes".

Las primeras abiertas al público son del siglo XVIII, en las Congregaciones religiosas; en cuanto a las Bibliotecas Públicas como hoy, se conocen desde el inicio de 1873 m/m.

Las bibliotecas del mundo antiguo nacieron vinculadas a los centros de poder de la época como archivos de un reino o imperio, o bien como depósitos de escrituras sagradas de templos. Los datos indican que una de las más antiguas del mundo sería la Biblioteca de Alejandría, que dataría del siglo III AC, y que habría llegado a albergar treinta mil y setecientos mil volúmenes literarios, académicos y religiosos.

Hace unos días atrás visitando a mi amigo Luis Palacios en la querida comuna de Palmilla, le dije que me llevara a la Biblioteca, donde es un reconocido socio lector, actitud que he mantenido cada vez que voy a un pueblo, porque allí uno puede imaginar el camino y el faro de ese pueblo y las alternativas que pueden tener sus habitantes para acercarse un poco más al conocimiento y la cultura, y también buscando un poco de paz.

Lindos momentos, y verdaderamente grata sorpresa, en primer lugar, un sonido ambiental invitando al silencio y la tranquilidad; el brillo de sus escalas indicadores no solo de limpieza sino también el reflejo de un caminar seguro y la vista de la profundidad de la madera insigne; delineación de un camino interior indicando las distintas áreas que representan los textos, módulos de doble cara con orden y desorden, vale decir ordenados para mirar y un perfecto desorden para manipular.

En segundo nivel, una romántica pasarela que nos lleva a lugares para sentarnos, con adecuados grados de privacidad, a hojear buscando solo la visualización del texto, o en definitiva detenernos en su lectura de placer o búsqueda de la información.

Son unos seis mil textos controlados en los registros, otros tendidos en las manos de los socios de la biblioteca, algunos esperando en algún estante ser recogidos y leídos, y otros (esperamos que sean los menos), que se pierden en el olvido, que no vuelven, y en definitiva disminuyen y apenan los esfuerzos que realiza el personal encargado. En lo personal, tuve unos momentos gratísimos para hablar con Borges, Whitman, Óscar Castro y por cierto con el eterno Pablo.

 No hay cosa más placentera para las personas que "hacer aquello que nos gusta hacer". En tal sentido, la Biblioteca que comentamos, tiene el calor, el afecto y el sentimiento de quienes la atienden; Daniela Rodríguez y Violeta Camus, quienes con destacada amabilidad y sencillez, agregando la simpatía que el usuario siempre agradece, pero con un entero conocimiento nos contaron del funcionamiento, de los éxitos, los esfuerzos, el servicio que prestan, y los comportamientos que esperan de los habitantes de la histórica, extensa y progresista comuna de Palmilla, aspectos y actitudes que sin duda instalan en el visitante primero el respeto, luego la confianza y la disposición para responder a sus interrogantes y conducirlo hacia las páginas, los títulos y los autores que el visitante busca.

Quien quiera conocer un pueblo y su impronta, visite su biblioteca.
Borges dijo una vez: "Siempre imaginé que el Paraíso será algún tipo de Biblioteca".

Germán Muñoz Castillo
       Profesor

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