Mujer, feminismo y derecho

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Tal y como señala la famosa frase atribuida a Marie Shear, el feminismo es la radical idea de que las mujeres son personas. Y aunque por muchos puede parecer extremista definirlo de aquella manera en la actualidad, desde la perspectiva del Derecho parece ser una de las maneras más ilustrativas de comprender la lucha por el reconocimiento de los derechos de la mujer.

Es de público conocimiento que uno de los hitos más importantes para hablar de feminismo es la lucha por el sufragio femenino, pero no basta con sólo saberlo, es necesario analizarlo y, en este caso, utilizarlo para entender su relación con la definición entregada del feminismo.

La posibilidad de elegir a nuestros representantes fue una de las consecuencias de la Revolución Francesa y la Independencia de Estados Unidos, pero parece que, aunque las virtudes de la igualdad, la fraternidad y la libertad fueron de rostro femenino, el voto decidió en su momento darles la espalda. Así, aunque la política y la forma de gobernar estaba cambiando, mantuvo por mucho tiempo entrelazadas las ideas de poder y masculinidad.

Por alguna razón, las mujeres no debían pensar en política más allá de eventuales roles en iglesias o instituciones que no interfiriesen con sus labores domésticas. Lamentablemente, no existía libertad en la elección para nuestras antepasadas, ese era el rol impuesto: la maternidad y el cuidado.

Nos convencieron de que, para que las cosas funcionaran, era necesario que los hombres fueran a la guerra y a liderar pueblos, mientras las mujeres nos quedábamos en casa velando por su regreso. Lo terrible no fue que nos convencieron de que por ese rol, éramos débiles e incapaces de ser guías, que, de no retornar los hombres, estaríamos perdidas. Justamente ese pensamiento habría llevado al fin de Ruanda, en donde el genocidio experimentado en 1994 trajo consigo la muerte de más de 800 mil personas, la mayoría de ellos, hombres. De no ser porque las mujeres tomaron el mando, el país no se habría recuperado, hoy se trata de uno de los países con mayor índice de trabajo femenino, alcanzando más del 84%; además, es uno de los países que encabezan el Foro Económico Mundial sobre la brecha de género en el mundo.

Por otro lado, incluso en nuestra incorporación al mundo laboral, fuimos cuestionadas por distintos motivos, principalmente por dejar de lado el histórico rol de cuidado y maternidad que nos habían impuesto. Recordemos a la primera abogada de nuestro país, doña Matilde Throup, a quien en un principio se le negó por la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Concepción su postulación al cargo de Secretaría del Juzgado de Letras de Ancud sólo por el hecho de ser mujer. Con valentía, apeló a la Corte Suprema y ganó el caso, abriendo paso en el mundo jurídico para que otras mujeres pudieran postular y obtener cargos de importancia en Chile.

Como los anteriores, hay muchos casos, el instinto de justicia late en el ser humano, y fueron valientes mujeres las que forzaron el cambio y le recordaron al mundo su calidad de persona. Y vinieron más mujeres valientes que tuvieron que recordar año tras año esta verdad evidente, manifestando que, como personas, podemos salir a la calle sin ser acompañadas, que nuestra voz tiene el poder de aceptar o negar invitaciones, que el valor de nuestra vida no depende de nuestra capacidad de cuidar ni ser madre. Les dijimos que podíamos tomar armas y guiar la pelea, o elegir el calor del cuidado en casa sin que cambie nuestra moral.

Los años pasan, y valientes mujeres seguimos recordando a los desmemoriados que nuestra dignidad es inquebrantable, y que, aunque todavía sorprenda a algunos, somos personas; y tenemos la certeza que seguirán viniendo otras mujeres valientes que continuarán el legado hasta que ya nadie lo ponga en duda.

Ignacia Vergara Caroca
Abogada
     

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