El Milagro de los Andes

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Una Lucha por la vida

“Oramos. La noche se venía encima en aquel desolado lugar; sólo un ratito y ya estábamos con frío, hambre y soledad”. ¿Qué sería de ellos en esos 72 días?

Bitácora del Club Andino Giusepppe Bortoluzzi, de San Fernando.

El Último Viaje

En octubre del año pasado se cumplieron 50 años de la tragedia de los Andes, donde un equipo completo de jóvenes rugbistas pertenecientes al Club de los Old Christian, junto a amigos y familiares provenientes de la hermana Republica del Uruguay se accidentaron en las cercanías del volcán Tinguiririca, frente a la ciudad de San Fernando.                                       

Los pilotos Julio Cesar Ferrada y Dante Lagurara, comandaban el avión Fairchild F-227 de las FFAA uruguayas; un bimotor turbo reactor, acondicionado como chárter y en excelentes condiciones técnicas y operativas. El viaje se inició desde la ciudad de Montevideo, el 12 de octubre de 1972 (aniversario del descubrimiento de América), debiendo recalar obligadamente en la ciudad de Mendoza, Argentina por mal tiempo.

El martes 13 de octubre se elevan nuevamente en dirección hacia el sur, en busca del paso Planchón a 160 kms de Mendoza. Este paso andino permite acceder desde su boca oriental (al frente de Malargue, Argentina) hacia su lado oeste, directo hacia la ciudad chilena de Curicó. Ya en territorio chileno, y en vuelo instrumental, por la gran nubosidad existente, el piloto Dante Lagurara reporta a Chile que se encuentra sobrevolando a la altura de Curicó. Entonces cambia de rumbo, virando de dirección este-oeste hacia el norte con la autorización de la torre de control de Santiago de Chile.

Sin embargo, realmente, aún sobrevolaba sobre la cadena montañosa de los Andes, cuyos picachos alcanzan promedios sobre los 4.000 mts. de altura. El avión había despegado a las 14:18 horas de la ciudad de Mendoza; perdiendo contacto definitivo con Santiago de Chile a las 15:30 horas. Correspondía a la hora exacta del accidente fatal, justo cuando se iniciaba el descenso progresivo del avión hacia Santiago. ¿Qué fue lo que realmente con estos experimentados pilotos, llevándose a la tumba el secreto de las causales del desastre aéreo? Al respecto, el informe oficial de la Fuerza Aérea Uruguaya para explicarlo se centran científicamente en dos versiones, ambas atendibles: 1) influencias en el campo magnético terrestre, alterado por efectos de la tormenta y las montañas provocando un deterioro de la función de los instrumento de navegación aérea. 2) Un error de cálculo del piloto en los tiempos previstos para sobrevolar; significando con esto que al momento de cruzar la cordillera rumbo a Curicó de este a oeste, en un avión propulsado a hélices en medio de fuertes vientos en contra, los tiempos de desplazamiento aéreos fueron alterados y el avión giró al norte antes de alcanzar nuestro valle central, en un cielo completamente nublado; percatándose los pilotos de su error sólo cuando se vieron sobrevolando en medio de las altas montañas. Teoría compartida además por los pilotos chilenos que participaron en la búsqueda y rescate de los sobrevivientes. Los Andes, la columna rocosa más extensa del mundo, la segunda más alta después de los Himalayas abrirán sus fauces gigantescas para iniciar así sus primeras mascadas mortales, en un accidente que no tiene parangón alguno en la historia de la aviación mundial del siglo XX. Inicialmente, de una dotación de 45 personas, después del impacto sobreviven 32, hasta quedar finalmente 16 vivos. Sufrimiento tras sufrimiento, el fuselaje del avión Fairchild será el refugio natural para los sobrevivientes que deberán desafiar un largo periodo de 72 días en una cordillera viva. En efecto, inmersos en un mundo de altura y desolado con un aire enrarecido por el bajo nivel de oxígeno, de bajísimas temperaturas con niveles que podían alcanzar hasta 20 a 30 grados bajo cero y sometidos a una amenaza constante de catástrofes naturales, como aluviones, rodados y tormentas de nieve; deberán día a día superarse en una experiencia límite por sus vidas.

¡Hay de aquellos elegidos por el Altísimo, predestinados a sobrevivir! No sólo deberán luchar por sus vidas, sino también sino también ser testigos del desmembramiento físico y moral de sus más queridos amigos y familiares. ¿Cómo sobreponerse al accidente mismo, al desastre físico y psicológico de los compañeros caídos, heridos y muertos? ¿El shock propio y emocional de ver tanta muerte y dolor? ¿Socorrer con las manos vacías y consolar con la grandeza de la mente?

Organización y  supervivencia al límite.

Don Quijote de la Mancha dirigiéndose a su fiel escudero Sancho Panza: “Hay un refrán que dice: donde una puerta se cierra, otra se abre”.

Los días se suceden y la pérdida de la confianza de un rescate se va difuminando, a pesar del avistamiento de aviones. ¡Mas el fuselaje del avión Fairchild, era tan blanco como la nieve! Entonces los pocos aviones que cruzan el cielo sobre ellos, prosiguen su ruta, insensibles a los voceríos y señales de los sobrevivientes, aún invisibles para el resto del mundo. ¿Qué hacer entonces frente a esta situación desesperada?

El precario refugio de un avión siniestrado, los pocos alimentos reducidos a turrones, chocolates y mermeladas como hidratos de carbono; algunas latas de conserva de pescados y mariscos como fuente proteica; más algunas botellas de vino y cigarrillos es lo único con que contarán materialmente para tan dura prueba. Es entonces, cuando la inteligencia y la sabiduría humana, empieza a manifestarse a medida que las dificultades amenazan sus vidas. El dragón y sus demonios deberán vencerse, convertirlos a la Fe y luchar a nuestro favor. Así, Fito Strauch, ingeniosamente fabrica agua a partir de latones de aluminio obtenidos del respaldo de los asientos, acanalándolos y abriéndoles un orificio en el fondo, por donde escurrirá el preciado líquido, ordeñado de la gélida nieve expuesta al sol. Inicialmente la nieve la introducían en botellas, las que debían agitar manualmente para su derretimiento, con evidente desgaste de energía física, lo que con el método de Fito ya no fue necesario.

También el sol, fuente de vida, mediante el reflejo de sus rayos sobre la nieve, es capaz de dañar al ser humano, al producir en los ojos serias quemaduras llamadas actínicas, capaces de provocar una ceguera dolorosa de varios días. Para prevenirlo. Se crean ingeniosamente anteojos artesanales a partir del plástico de las viseras de las gorras de los pilotos.

El intenso frío se combate además con la confección de guantes y polerones, cuya materia prima es la tela de las fundas que cubren los asientos. Sin embargo, la mejor fuente de calor durante las noches, serán sus propios cuerpos apretujados los unos con los otros. Así que fue en vano, separa del grupo a los más enfermos, ya que estos al estar aislados sufrían de mayor frío, quejándose grandemente por lo que volvían nuevamente a ser acogidos por sus pares. Aprenden de la Naturaleza cada vez secretos develados. Así por ejemplo, conocen como desplazarse sobre la nieve, la que es capaz de soportar bien el peso del cuerpo, pero que durante la mañana que es cuando está más solida; pero ya en las primeras horas de la tarde se hace imposible. La solución es adaptar los almohadones de los asientos a los botines al igual que los famosos raquets de los esquimales del hemisferio norte para evitar hundirse en la blanda nieve soleada. ¿Y qué sucede en el interior del fuselaje del avión? A pesar de lo pequeño del reducto se crea un espacio para los enfermos más graves, adaptando literas y hamacas producto del espíritu organizativo del nobel estudiante de medicina Roberto Canessa. Es la organización y el trabajo en equipo, el que va seleccionando lo mejor de cada uno en beneficio de todos, alcanzando el bien común.

Todo parece ir funcionando; pero sólo será por un tiempo si el rescate tan esperado no llega. El picor del hambre desespera y los debilita cada vez más. El hermoso anfiteatro de montañas y nieve donde están inmersos parece observar y predecir el futuro de un próximo desenlace adverso, de una comunidad humana extremadamente aislada e indefensa.

Pero; una vez más el esfuerzo renace en otro de los muchachos, el de Roy Harley, quien logra reparar un radiotransmisor con la esperanza de establecer una comunicación desesperada. Mas la radio sólo cumple una función de receptor de noticias, convirtiéndose prontamente en un arma de doble filo al escuchar el propio Roy con gran desazón la noticia de que el servicio aéreo de rescate (SAR) suspendía la búsqueda del avión, considerando que el tiempo ya transcurrido asociado a pésimas condiciones climáticas ya no habrían sobrevivientes.

Gustavo, Mística y Fervor

Jesús reza a su Padre: “yo te he glorificado en la Tierra y he finalizado la obra evangélica que me encomendasteis”. Comienza así el mayor acto de amor conocido por la Humanidad: Pasión y Muerte sobre la Cruz para la redención del mundo pecador.

Más, si el mundo exterior le cerraba la puerta de la civilización, será otro de los jóvenes, Gustavo Nicolich quien tocará la desesperanza en la esperanza al abrir con su mística y fervor otra puerta más grande. En efecto, comunica a viva voz y en forma original la noticia: ¡muchachos han suspendido la búsqueda”. Y ante el llanto y la mirada atónita de todos, especialmente de Carlitos Páez, le responde sabiamente: “esto significa que tendremos que salir de aquí, por nuestros propios medios”.

Sin embargo, cuando se creaba la mística tan necesaria, incluso, la de planificar y poner en prácticas sus propias expediciones con los muchachos más fuertes en búsqueda de una salida, sobreviene un alud de nieve, el cual extingue la vida de 7 jóvenes, más a una extraordinaria mujer como era Lilian Methol, esposa de Javier Methol, entre ellos también fallece el que era el jefe del equipo de rugby, Marcelo Pérez, y el entusiasta y esperanzador Gustavo Nicolich, quien en una de sus cartas escribe: “la moral existente es increíble y hay colaboración permanente entre todos … Si Dios quiere, los volveré a ver, de no ser así, lo único que les pido es que tengan un gran valor. No se preocupen, pues estoy seguro que Dios me llevará con él. Si los cuerpos están ahí, es porque Dios los ha puesto, y lo único que importa es el alma y no debo sentir remordimientos si llegase el día en que yo pueda salvar con mi cuerpo, lo haría mucha alegría”.

Sin duda, la filosofía de Gustavo encaminada al bien común y con total desprendimiento, obliga a replantear seriamente, nuestras vidas.

Dr. Jorge Balocchi Carreño. Medico investigador, amigo y médico personal de la familia Catalán Toro. Estadías en las ciudades de Montevideo y Santa Lucía por invitación de la comunidad uruguaya, donde ha dictado charlas de su vasta experiencia.  Cuando se cumplieron 50 años del accidente, el profesional participó, como expositor, en las Jornadas de Charlas Milagro de los Andes organizada por la Municipalidad de San Fernando.

El próximo martes 28 de marzo, el médico Jorge Balocchi junto al profesor e historiador Pedro Marchant lanzarán la cuarta edición ampliada del libro “Participación Colchaguina en el “Milagros de los Andes”. La ceremonia se llevará a efecto en el Teatro Municipalde San Fernando a partir de las 20 horas, ante la presencia de autoridades e invitados especiales.

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