El presente año parece un triste viaje en el tiempo al período 2016-2017, cuando a nivel país se quemaron sobre 600.000 hectáreas a raíz de los incendios forestales, siendo los más destructivos de la historia. Para la temporada 2022-2023, al momento de consultar el informe del Sistema de Información Digital para el Control de Operaciones de CONAF sobre la superficie afectada -a las 0:00 horas del jueves 09 de febrero-, se reportaban 343.328,33 hectáreas quemadas, es decir, 3.433 km2, siendo superior a la superficie total de la Provincia de Cardenal Caro en la Región de O´Higgins. Asimismo, durante la presente catástrofe hay al menos 24 muertos confirmados, situándola en la más mortífera de su tipo jamás registrada.
La génesis de los incendios forestales es antrópica, es decir, son producidos por el hombre, ya sea utilizando líquidos acelerantes o siendo presas del descuido, al tener la falsa creencia de que nada pasará, manifestada mediante la ya clásica expresión “¿cómo va a ser tanto?”. Tal actuar, sumado a veranos cada vez más calurosos, sequía en aumento y la presencia de monocultivos -principalmente, pinos y eucaliptos- forman la sumatoria perfecta para generar grandes catástrofes.
Los pinos y eucaliptos -largamente extendidos por el país y la zona afectada- comparten características comunes, pues (1) Tienen la capacidad de rebrotar y aumentar su germinación tras un incendio; (2) Presentan una alta demanda hídrica, secando las napas subterráneas y afectando así la flora nativa; y (3) Poseen un alto nivel de exfoliación en su corteza (descascarado). Las leves diferencias aparecen a nivel químico, donde pinos y eucaliptos están compuestos en un 80% por pineno y cineol, respectivamente. Ambos corresponden a sustancias altamente inflamables. Si a lo antedicho se agrega la capacidad que tienen las hojas de eucaliptos para volar encendidas más de 500 metros, podemos ver en el monocultivo un peligro sustancial si de incendios forestales y medio ambiente se trata.
Considerando los riesgos asociados y los altos niveles de plantaciones existentes en el país, sin pasar por alto la catástrofe del período 2016-2017 y la actual, es momento de estar preparados como es debido. Si bien, en Chile existen aeronaves para combatir incendios forestales, no son suficientes y se sigue dependiendo de aviones extranjeros especializados de gran envergadura, como los recordados Super Tanker B-747 e Ilyushin-76, sumando en total la capacidad de 116.000 litros -ambos presentes hace 6 años-.
Actualmente, las esperanzas están puestas en el Ten Tanker y Air Tanker MD-87, totalizando 47.300 litros de capacidad. Lamentablemente, Chile entero ya sufrió una gran decepción que aumentó la preocupación para la zona afectada, pues el Ten Tanker -contratado por el gobierno de Gabriel Boric para operar 14 días y cuyo costo asciende a 1.800 millones de pesos, el menor del mercado-, estuvo inoperativo por un aproximado de 2 a 3 días, desde el miércoles 08 al sábado 11, producto de un desperfecto tras realizar solo 7 descargas. Debido a lo anterior, volvió a estar en funcionamiento el mismo día que llegue a suelo nacional el Air Tanker MD-87, contratado por la Fundación Luksic para un período de operación por al menos de 28 días, el cual, entre sus características, posee 11.300 litros de capacidad.
Con motivo de lo ocurrido, resulta inevitable cuestionarse el porqué se contrató el avión más barato del mercado, si ante unas pocas descargas se averió y debió pasar días detenido, justo en el momento en que las llamas no dan tregua. Claramente, tal aeronave, aunque profundamente servicial cuando está en funcionamiento, no está a la altura de la premura que requiere la presente catástrofe, pues de nada sirve tenerlo acá sin cumplir misión alguna, atestiguando como más y más hectáreas se transforman en cenizas. En línea con el presente, también cabe preguntarse ¿qué se está esperando para adquirir un avión tipo Tanker? Muchos especialistas señalan lo cuantioso de la mantención, sin embargo, hace casi 80 años que Chile no participa en una guerra -cuando en 1945 la declaró a Japón- y aun así parece no escatimarse en equipamiento, vehículos militares y aeronaves del mismo tipo. Por su parte, bastaron solo 8 años para que a raíz de incendios forestales se destruyeran sobre 9.000 kilómetros cuadrados, lo equivalente a más de la mitad de la Región de O´Higgins, empero, pareciera no ser suficiente para tomar cartas en el asunto, o bien, la zona arrasada por las llamas no levanta igual interés como sí lo mismo ocurriese en la Región Metropolitana.
Javier Osorio O.
Ex Vicepresidente Interno Federación de Estudiantes USS, sede Santiago
Estudiante de Derecho UAH