Certezas o sentimentalismos: Conflictos en la fe católica. Parte 3

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Por: Ángelo Guíñez Jarpa, escritor e investigador católico.

* 2 Timoteo: 4,3. Pues vendrá un tiempo en que no sufrirán la sana doctrina; antes, deseosos de novedades, se amontonarán maestros conforme a sus pasiones, y apartarán los oídos de la verdad para volverlos a las fábulas. Nuevo Testamento, Nácar Colunga, 1959.

En la tercera y última entrega de estos artículos, se intentará mostrar algunos cambios de la Santa Misa que han minado la fe de los fieles. Los modernistas del ayer, o progresistas del hoy, han tratado de inventar una religión nueva que no respeta nada de lo sacramentado en los siglos pasados para la conservación de la fe. Harían una religión nueva cada año si tuvieran cabeza para hacerlo.

La última gran reforma de la Misa en los años sesenta va en contra de lo que estipuló San Pío V, en la bula Quo Primum, firmada el 14 de julio de 1570, donde decretó: “Hemos decidido y declaramos que los superiores, administradores, canónigos, capellanes y otros sacerdotes, cualquiera que sea el nombre con que se los designe, o los religiosos de cualquier orden, no están autorizados a celebrar la misa de manera diferente de como nosotros la hemos fijado y que nunca en ningún tiempo se los podrá forzar y obligar a dejar este misal o abrogar la presente instrucción o modificarla, pues ella permanecerá siempre en vigor y será válida con toda su fuerza. Si empero alguien se permitiera semejante alteración, sepa que incurrirá en la indignación de Dios Todopoderoso y de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo”.

Esta advertencia fue rota por los que han perdido la fe. ¿No me digan que también se les olvidó que ante Dios se dobla toda rodilla? A qué nivel de apostasía hemos llegado. Ni mencionar que las sagradas hostias que caen al suelo en los templos modernos, por estupidez y/o tibieza, ya no son reparadas con todo el dolor de corazón que corresponde.

Bueno, la mutación en la Misa trajo incuestionables y significativos cambios en la fe, pues creemos en lo que rezamos. ¿Cuáles son los frutos de la Misa Nueva en 60 años? Invito al lector a ver algunos ejemplos y que disciernan al calor de sus oraciones particulares. Para empezar, podemos ver algunas de las importantes oraciones quitadas y reemplazadas por otras. Así se verá que no fue sólo el reemplazo del latín por las lenguas de cada patria. Preguntémonos, también, si para el sacerdote será lo mismo empezar la Misa con la nueva fórmula.

Misa Tradicional

Misa Nueva

Salmo 42: Júzgame, Oh Dios y defiende mi causa de la gente que no es santa, del hombre inicuo y mentiroso, líbrame.

La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con vosotros.

Auter a nobis: Te suplicamos Señor que borres nuestras inequidades, para que merezcamos entrar con pureza de corazón al Santo de los Santos, por Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.

Oramus te: Te rogamos, Señor, que por los méritos de tus Santos, cuyas reliquias están aquí (besa el altar), y por los de todos los Santos, te dignes perdonarme todos mis pecados. Así sea.

Respecto al Yo Pecador, o Yo Confieso de hoy en día, la evidencia es a prueba de topos. En usanza protestante ahora los fieles se confiesan frente a sus hermanos en la idea de igualar o disminuir el sacramento de la Confesión o Penitencia que es autoridad del sacerdote.

Misa Tradicional

Misa Nueva

Yo, pecador, me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel, al bienaventurado San Juan Bautista, a los santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, a todos los santos y a vos, Padre, que pequé gravemente con el pensamiento, palabra y obra. Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa. Por tanto, ruego a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel, al bienaventurado San Juan Bautista, a los santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, a todos los Santos, y vos, Padre, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor.

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén.

 

Respecto al Ofertorio, se puede ver claramente que el Sacrificio se transmuta en un simple ofrecimiento, y se retira el sentimiento penitente del sacerdote que ofrece la Misa a la cabeza de sus fieles.

Ofertorio Misa Tradicional

Ofertorio Misa Nueva

Recibe, oh Padre Santo, omnipotente y eterno Dios, esta hostia inmaculada y que yo, indigno Sacerdote tuyo, te ofrezco a Ti, mi Dios vivo y verdadero, por mis innumerables pecados, ofensas y negligencias, y por todos los circunstantes, así como también por todos los fieles cristianos vivos y difuntos; a fin de que a mí y a ellos nos aproveche para la salvación y vida eterna.

 

Bendito seas Señor Dios del universo por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida. Bendito seas por siempre, Señor.

 

Como si sobraran, o fueran demasiado anticuadas, se retiraron dos oraciones del Ofertorio. Como verá, todo lo relativo al Sacrificio fue borrado, para dejar abierta la puerta al “sentimentalismo” de la Misa Nueva. Acá puede ver las dos oraciones que ya no aparecen en la Misa Nueva…

Veni sanctificátor

Súscipe, sancta Trínitas

Ven, Santificador, omnipotente y eterno Dios, y bendice este sacrificio, preparado a tu santo nombre.

Recibe, oh Trinidad santa, esta oblación que te ofrecemos en memoria de la pasión, resurrección y ascensión de Jesucristo, nuestro Señor; y en honor de la bienaventurada siempre Virgen María, y de San Juan Bautista y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de éstos santos –y besará el altar- cuyas reliquias están en esta ara y de todos los santos; para que a ellos les sirva de honra y a nosotros nos aproveche para la salvación: y se dignen interceder por nosotros en el cielo aquellos cuya memoria veneramos en la tierra. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Catecismos, santos catequistas es lo que necesitamos. Sacerdotes, santos sacerdotes que con energía enseñen con el ejemplo que el Templo es la Casa de Dios, arrodillándose frente al Sagrario, aunque pasen 500 veces al día frente a su presencia. Que no permitan que los fieles entren con gorros o chupallas, y que las mujeres usen velos o mantillas en la cabeza según exige San Pablo en la Primera Carta a los Corintios. Ahora, para ambos sexos, que guarden la modestia y debido recato en el vestuario. Así veremos que los fieles se interesarán en conocer del Creador y solitos dirán “Señor mío y Dios mío”, cuando el sacerdote levante la sagrada hostia. Ahora, si les cuentan además que así tendrá 7 años menos de purgatorio, les aseguro que se los agradecerán.

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