¿Es recomendable estudiar o reforzar contenidos en vacaciones?

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Existe un número importante de docentes y/o colegios que recomiendan que los estudiantes mantengan un reforzamiento de contenidos académicos durante las vacaciones para fortalecer conocimientos.

Por otro lado, hay quienes plantean que la sobrecarga académica tiene implicancias muchas veces negativas en la salud mental de los niños y jóvenes, sumado a que no deja espacios de esparcimiento que permitan disfrutar etapas únicas del ciclo vital.

A partir de lo anterior se hace necesario cuestionarnos el real sentido de “aprendizaje” y “estudio” para entender mejor lo que realmente niños y adolescentes necesitan para su formación integral y completa.

Lo relevante no es preguntarnos si es o no recomendable estudiar en vacaciones, sino cómo intencionamos aprendizajes valiosos en distintos planos que permitan su desarrollo integral, y de esta forma, que sean capaces de desenvolverse de manera fluida, creativa y adaptativa en un mundo cambiante y desafiante, donde las habilidades transversales (prácticas, adaptativas, sociales y emocionales) son y serán cada día más requeridas para el desarrollo de sociedades colaborativas y avanzadas.

Debemos saber que el ser humano está en constante proceso de aprendizaje, algo no exclusivo del contenido curricular mandatado por el Ministerio de Educación, sino que va más allá, ya que de manera intencional o no, siempre estamos aprendiendo o reforzando aprendizajes.

Y ello tiene que ver con toda actividad que incluya motivación, observación y práctica, ya se utilizada de manera inmediata o posterior, que le permita desarrollar habilidades y competencias necesarias para su desenvolvimiento en la vida. De esta forma no solo aseguramos un buen rendimiento, sino también la integración de aprendizajes útiles y claves para su desarrollo y éxito personal.

Si queremos lograr que nuestros hijos aprendan sin presión, cuestionemos nuestras propias formas de enseñar y el trasfondo que hay detrás de ello. Sumerjámonos en el mundo de un niño, comprendamos la relevancia de la novedad y lo nuevo, juguemos a ser creadores y cuestionadores de lo establecido, entendamos que todo lo que hacemos, hablamos y practicamos son fuentes de aprendizaje directo, por ende seamos coherentes con nuestras ideas y acciones. Dediquémosle el tiempo que merecen, démosle el espacio para que resuelvan problemas, para que se aburran y conviertan ese espacio en creatividad pura, orientemos, escuchemos y expliquémosle cómo funciona el mundo y desafiémoslo a mejorarlo.


Mg. Carol Bazignan
Psicóloga educacional y docente, U. San Sebastián

 

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