Es uno de los elementos valiosos del feminismo, en el alto significado de esta palabra.
Para luchar y vencer no ha tenido necesidad de ir a comisios públicos ni a la reinvicación de los derechos de la mujer: ha hecho labor silenciosa, pero fecunda y activa en el terreno científico.
Nacida en Santiago el 21 de agosto de 1873, de padres que han dado importantes hijos a la patria, estudió humanidades en el Liceo Isabel Lebrun de Pinochet. Se dedicó en seguida a la teneduría de libros en la Escuela Profesional de Niñas Nº 2 de Santiago y después se recibió en profesora de contabilidad en el mismo establecimiento (1906).
El año siguiente fue nombrada directora de la escuela Profesional de Traiguén, donde estuvo hasta 1908 pasando a desempeñar el mismo cargo de directora a la Escuela Profesional de San Fernando.
Allí permaneció hasta 1919, en que fue promovida a la dirección de la Escuela Profesional Nº 2 de Santiago, precisamente al mismo establecimiento, donde empezó su aprendizaje profesional.
Además de sus actividades docentes, se ha dedicado al cultivo de las letras y ha colaborado en la revista El Progreso (1987); y el periódico La época de San Fernando (1916). En estas publicaciones ha insertado algunas publicaciones que hizo en la Academia Literaria del Liceo Lebrún y que se tituló: la mujer y al profesiones científicas y otra sobre la Misión Educativa de la Mujer.
Ha formado parte del patronato de la infancia, como miembro del directorio de la gota de Leche de San Fernando, del Consejo Nacional de Mujeres y de la Sociedad de Beneficencia Escolar.
Casó en 1988 con Don Santiago Barrenechea Naranjo y a la muerte de su marido (1905), quedó con dos hijos, Santiago y Eduardo Barrenechea Acevedo.
Fueron sus padres don Hipólito Acevedo y doña Victoria Lay y por consiguiente, es hermana del Contraalmirante don Arturo y del doctor filántropo, don Adolfo Acevedo.
Fuente:
Diccionario Histórico y Bibliográfico de Chile (1928). de Don Pedro P. Figueroa.
San Fernando Personajes y Episodios. (1994). Inédita.
Ramón Riquelme Romero