SE NOS FUE PEDRITO…

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El lunes a eso del mediodía, mi hija Viviana me comunicó el sensible fallecimiento de don Pedro Cumsille Zapapa (Q.E.P.D.). Aunque conocía el delicado estado de salud, luego de su caída y traslado a Santiago, la noticia igual me impactó porque nos dejaba una persona, a quien estimaba y admiraba mucho, y era un verdadero privilegio que me distinguiera con su amistad.

Los filósofos y pensadores coinciden que EL ciclo inexorable del ser humano es nacer, crecer, envejecer y morir. CUANDO se produce un nacimiento, el hogar se llena de expresiones de alegría y gozo, como también de “buenas vibras” para ese ser, con la esperanza que sea feliz, que cumpla exitosamente sus propósitos personales, profesionales y familiares. DURANTE su existencia, en la que va desempeñando diversos roles y las etapas se suceden, las alegrías y las penas que se entremezclan durante toda su existencia, ante los logros conseguidos o las expectativas incumplidas. Y cuando deja este mundo, la pena inunda los corazones de los que fueron motivo de su cariño y preocupación. EN consecuencia, las penas y las alegrías se alternan en la vida del hombre.

Y en esta oportunidad la pena embarga mi alma ante la ida de Pedrito, como todo el mundo le decía, en señal de cariño y respeto que se granjeó con su proceder, tanto  privado, como público.

Cuando apenas había cumplido un año de edad arribó a Valparaíso, con sus padres  Basilio y  Matilde, más su hermano Elías. Junto a sus tíos Juan y Jorge instalaron una tienda en la comuna de Placilla. Por esa razón los Estudios Primarios o Básicos los cursó en la Escuela de esa localidad y los Medios o Secundarios en el Liceo de Hombres de San Fernando, en calidad de Alumno Interno.

Luego de una peregrinación por diferentes ciudades de la Sexta Región, se instalan en Requinoa, en donde trabajó con su padre durante ochos años y en 1950 se independiza. La razón: “debía parar la olla” porque había conocido a una “paisanita” muy agraciada, Juanita Piddo Dacaret, con la que se casó el 23 de abril de ese año, naciendo: Pedro Patricio, José Miguel, Carmen Gloria, Isabel Margarita y Francisco Javier, quienes lo convirtieron en un consentidor y chocho abuelo.

Después se trasladó a Peralillo donde instaló una tienda de Abarrotes y Mercería, haciéndose cargo de la Estación de Servicios ESSO. Pasaron nueve años para que la familia se fuera a Chimbarongo, posteriormente a Las Cabras, en donde se dedicó a la agricultura.

En ese lugar lo conocí, como flamante alcalde, porque entre sus planes estaba la instalación de un establecimiento de Enseñanza Media, para que los alumnos no viajaran. Como el Rector del Liceo de Hombres de San Fernando, don Osvaldo Castillo P., debía rendir un informe de factibilidad de dicha solicitud al Ministerio de Educación, tuvo que realizar varios viajes a ese lugar y en mi calidad de ser su Secretario, lo trasladaba en mi Datsun 1000.

Ahí supe como defendía sus ideas, más si eran en beneficio de los estudiantes. El hecho es que el Liceo se creó, gracias al tesón  que colocara don Pedro.

En 1964 llega a nuestra ciudad donde se instala con una pequeña fábrica de resortes, y siete años después levanta las estructuras metálicas, bases de su actual empresa ubicada en Av. Manuel Rodríguez y con los años fue sumando representaciones de automóviles y locales para una mejor atención, en donde recibía a sus clientes con esa amabilidad congénita y en que la palabra valía más que un contrato escrito.

Pero sus acciones comunitarias no solo se refiere a su brillante periodo Alcaldicio, que ya mencioné, baste recordar que  Pedrito fue gestor y participante de otras iniciativas de bien comunal y de una serie de Instituciones como del Consejo Regional de Desarrollo (COREDE) y  Consejo de Desarrollo Comunal (CODECO); Presidente durante 5 años, de la que hoy se conoce como AMPIASAF; Secretario de la Cámara de Comercio de Requinoa; Presidente y miembro activo de los “Centinelas”, que es el círculo de amigos del Regimiento Infantería Nº 19 Colchagua. La Municipalidad de la ciudad de adopción agradecida, le dio la calidad de Hijo Ilustre en 2006.

Pero donde lo conocí en plenitud fue cuando el 14 de abril de 1974 ingresara a Rotary Club de San Fernando, siendo su padrino el doctor José Melej M. De inmediato se incorporó rápidamente a las labores institucionales porque conocía y practicaba los valores que preconizamos como son AMISTAD, SERVICIO Y TOLERANCIA. Por eso, no fue extraño que a pocos años de su llegada, fuese elegido Presidente para el período 1978-1979. En ese cargo, además de las obras históricas que cumple el Club, hubo una que llamó la atención de toda la ciudadanía, incluso de las autoridades comunales y provinciales, como fue el arreglo de los relojes de la Torre de la Iglesia de San Francisco, que por años estaba parado y deteriorándose. Lamentablemente el terremoto de febrero de 2010, volvió a fojas cero esta obra. Cuando se retiró, como una manera de agradecer y testimoniar nuestro afecto se le dio la calidad de Socio Honorario, que fue ratificado anualmente hasta la actualidad.

Siempre he pensado que la Divina Providencia tiene designios insondables y por lo tanto, sólo debemos acatar. Que gran coincidencia es que justo el día 24 de octubre Pedrito naciera en Beith Sahour, Belén (Cisjordania). Es muy posible que quisiera celebrar su cumpleaños con sus seres queridos que le precedieron, en ese viaje sin retorno, con el fin de estar sentado en la mesa de las almas buenas, para soplar las velas de la INMORTALIDAD de una hermosa y colorida torta.

PEDRITO… DESCANSA EN PAZ.  

ROBERTO SOTO ALIAGA E HIJOS.

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