Por otro lado ¿las Empresas Encuestadoras seguirían existiendo?
En relación con el próximo plebiscito de salida, donde la ciudadanía deberá definir si se aprueba o se rechaza el texto de nueva Constitución que se le presenta, es muy variado el menú de posiciones que se han adoptado. Principalmente los más creativos le han agregado una buena cantidad de apellidos “tanto al Apruebo como al Rechazo”, en mi opinión tendientes a llevar hacia las orillas la decisión del pueblo soberano, donde sin duda colaboran las distintas encuestas, también por cierto con distintas intencionalidades, de acuerdo con quienes sean y piensen sus dueños o representantes.
La altura de análisis y comportamientos que han mostrado, principalmente representantes del mundo político, para nada han sido ejemplos de buenos demócratas ni mensajeros públicos transparentes ni objetivos. Ejemplos sobran. Un diputado (por Rancagua) ha dicho que “la estrategia del Apruebo ha sido fondear a sus exconvencionales). Que manera de mentir y mostrar odiosidad, porque los exconvencionales a quienes hace mención, han estado dando a conocer y explicando el texto de la nueva constitución en todas partes (Rancagua, Peumo, Nancagua, San Fernando, etc.) Queda la impresión que los promotores del rechazo quisieron “aprovechar las polémicas de la convención para elevar su opción, pero eso duró lo que dura la lombriz en el pico del zorzal”, porque a los ciudadanos lo que les ha importado ha sido el texto.
Qué duda cabe que una vez más se recurre a la teoría “del temor”, y no es nada nuevo. Sagredo Baeza nos ilustra literariamente sobre “el miedo como práctica en política”. (…) “El temor es una emoción que inmoviliza, que neutraliza, que no permite actuar ni tomar decisiones con naturalidad. Este miedo contemporáneo hace a todos susceptibles de ser dominados, subyugados por los que poseen la capacidad de generarlo; por los que ejercitan el poder, que someten a los miedosos y les inyectan pasividad y privatización de sus vidas cotidianas.”
La ideología del miedo nos indica “que el temor ha sido siempre uno de los aliados más fieles del poder, que intenta que la población viva inmersa en él. La creación artificial de atmósferas de miedo obliga a los ciudadanos a blindarse frente a los contextos sociales.
Carlos Eduardo Mena, en Miedo y Política ya nos advierte: “La política del miedo se caracteriza por unificar el miedo como principio movilizador de un conjunto de discursos en el que se articulan diversos elementos que tienen como sustrato y aspecto central, oponerse a las transformaciones de la sociedad. Los temores petrifican e impiden los cambios”.
Volviendo a los antecedentes históricos del miedo. Los conservadores de los años 20 decían de Arturo Alessandri “agitador de los resentimientos sociales y del odio de clases, simpatizante de la revolución rusa”; la campaña desplegada por la dictadura para convencer a los chilenos de que el NO era el caos y el SI la esperanza; en 1938 (cuando triunfa Aguirre Cerda) se decía evolución VS revolución, libertad VS violencia, libertad VS totalitarismo. El ejercicio del miedo en la temática electoral ha sido siempre un recurso usado para frenar los cambios que benefician a las mayorías más sencillas y desamparadas; por el contrario, la conservación del estado de cosas que frena los cambios beneficia a los más poderosos y conservadores.
A mayor claridad, los agentes del miedo y el temor “nunca son los más sencillos o los más pobres”
Mientras los valores se relativicen, las mentiras y falsedades se profundizarán.
Los que están por el Rechazo argumentan que es lo que la gente quiere. La pregunta que nace es, si gana el Apruebo ¿se deberá concluir que la ciudadanía estaba equivocada?... Mi sencillez no me permitiría compartir esa arrogancia.
Germán Muñoz Castillo - Profesor
