La Convención Constitucional funciona como debe, y se puede ver la luz en el horizonte.
Recientemente se ha cumplido un mes de la constitución de la Convención Constitucional mandatada para escribir una nueva Constitución para Chile. Vale recordar que sus integrantes fueron elegidos democráticamente por los chilenos para realizar esta importante e histórica tarea.
Como toda nueva y trascendental tarea, no ha estado exenta de dificultades de distinta índole; en todo caso muy menores comparada con la gran sonajera que le han dado los distintos medios de comunicación y redes sociales, y algunos sectores políticos a los cuales les ha costado mucho aceptar que otros mundos sociales estén presentes en una tarea que históricamente estuvo, al parecer, reservada para una elite determinada y escasamente representativa (1818, 1833, 1925); y la última (1980) arrastrando incredulidad, injusticias y controversias respecto principalmente por su origen y generación en dictadura. En simple, la redacción de unos pocos "debían la obediencia de millones".
Bueno, "para ver la luz hay que pasar por el sendero de la noche". Sobre la convención se han publicitado mucho más los errores o inconvenientes normales de una instalación de la envergadura de la Convención, que los reales avances de esta. Pareció en un momento que algunos esperaban la redacción de la Constitución antes que la misma se diera la necesaria y normal organización para avanzar hacia sus finales objetivos.
Si existió un escondido mundo que esperaba que nada prosperara, deberá cambiar su mirada y sumarse a los equipos de la esperanza y los buenos deseos que representan la mayoría "de los y las convencionales", y aplaudir el trabajo que han realizado solo en un mes. Sobre el punto, en los últimos días se ha ampliado el "coro positivo y objetivo de la mayoría de los Constituyentes" que han verbalizado, por sobre las posturas ideológicas, las mejorías en las relaciones y en un eficiente y satisfactorio trabajo sostenido en los objetivos pertinentes.
Por otra parte, la ampliación de la Mesa Directiva elevó aún más el estándar democrático de Elisa Loncón y Jaime Bassa, y en lo principal le entregó voz y representación directa a los distintos pensamientos que forman parte de la convención, dando muestras del verdadero interés que se tiene en el trabajo colectivo y democrático, el que en un año más deberá ser presentado al pueblo para su aceptación o rechazo.
Además de la clara luz que parece cada vez más nítida en el trabajo de la Convención; cuesta mucho desentenderse de aquellas situaciones que ocurren, y que tal vez no debieran ocurrir por el bien general. El caso Arancibia parece ser "el caso". Tal vez no da para ahondar mucho. Creo que los dichos populares explican mucho mejor algunas situaciones. "Buscarle el cuesco a la breva, arrastrar el poncho, tócale la oreja, sentarse intencionadamente en la barra del otro equipo a gritar por el propio". Creo que de estas actitudes no se puede esperar respaldo ni positiva comprensión.
No obstante, los grandes y positivos esfuerzos de los Convencionales y su histórico trabajo, creo que aún debe primar la paciencia y "hay que dejar que se aquieten las aguas para poder vislumbrar el fondo."
Germán Muñoz Castillo
Profesor