Sin dudas hoy enfrentamos una de las crisis institucionales más profundas en la historia de Chile. La crisis social gatillada el 18 de octubre de 2019 fue el reflejo de un problema mucho más complejo que el alza en las tarifas del transporte público. La sociedad venía expresando desde mucho tiempo y especialmente en ese momento, una serie de demandas que apuntan a elevar la calidad de vida con un acceso igualitario a salud y educación de calidad, la erradicación de las desigualdades y la transformación del sistema institucional.
Pero pese a las dificultades institucionales, existen importantes razones para mirar el futuro con optimismo: primero, porque estamos en un proceso de redacción de una nueva Constitución, donde las personas tendremos el derecho y la responsabilidad de aprobar o rechazar - según su contenido- el texto constitucional que proponga la Convención; segundo, por la alta participación en las recientes primarias presidenciales y actos electorales convocados este año, donde la ciudadanía se expresó contundentemente, eligiendo dos opciones que se caracterizan por la juventud y renovación; y tercero, la real opción de un cambio generacional en la política y las instituciones. Me abocaré en estos dos últimos puntos, ya que en mi opinión, el cambio generacional es clave para superar esta crisis.
Existe un distanciamiento entre la ciudadanía y los líderes, donde éstos últimos no han sabido escuchar, leer, conectarse ni representar las necesidades de las personas. Por eso, es necesario un recambio en la política que deje atrás la falta de confianza, los jóvenes estamos llamados a renovar los espacios y volver a conectar las instituciones con la ciudadanía, poner el Estado y su institucionalidad al servicio de las personas. Así lo dicen claramente los resultados de los últimos procesos electorales, donde quedó en evidencia la crisis institucional, en especial de los partidos tradicionales.
Debemos dejar atrás la vieja política, esa de una élite encerrada entre cuatro paredes tomando decisiones. Como dijo Sebastián Sichel luego de ganar las primarias presidenciales de Chile Vamos: “adiós a la política de corbata y bienvenida la política de los bototos”. Los clivajes están cambiando, hoy importan menos los partidos y mucho más las personas. Hay que ser capaces de salir de la zona de confort, dejar atrás la simple crítica y cruzar la línea hacia el campo de la acción.
Cuando los chilenos nos unimos en momentos difíciles, siempre ganamos. Por eso hoy es momento de hablar de unidad. No importando el origen, la clase social, la pertenencia étnica, ni los colores políticos. Debemos ser capaces de integrar nuestro país de tal forma, que todos nos sintamos parte de él. El problema de hoy es que algunos chilenos no se sienten parte de un mismo Chile, sienten que han sido excluidos por décadas y que existen distintas categorías de personas.
El nuevo Chile debe estar marcado por un clima de unidad, integración y moderación, donde el centro de las políticas públicas sean las personas. El país enfrenta uno de los desafíos más importantes de su historia reciente: renovar la política y devolver la confianza, para que todos nos sintamos orgullosos de ser parte de un mismo país. Preparémonos para dar la bienvenida a un nuevo ciclo político, en el que se requerirán personas conectadas con su territorio y sus representados, que sean capaces de oxigenar las instituciones para darle nuevamente armonía y estabilidad al pacto social y de esa forma a la vida en comunidad.
Yamil Ethit Romero
Abogado colchagüino