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ara el Plan Nacional de la Lectura las Culturas, las Artes y el Patrimonio y la conservación de la biodiversidad; ración; la educación ambiental; la cosmo-
el año 2022 es el “Año de las Lectu- de la Región Libertador General Ber- ecosistemas saludables; la generación de visión de los pueblos originarios y su re-
Pras y el Medioambiente”, con el fin nardo O’Higgins, llevó a cabo la novena formas sostenibles de habitar los territo- lación con la naturaleza, y otros relativos
de impulsar la reflexión sobre las diversas versión de su Concurso de Cuento Breve rios; problemáticas hídricas e imaginarios al medioambiente y su protección, siendo
perspectivas en torno a la crisis medioam- Poeta Óscar Castro, invitando a la pobla- culturales/históricos sobre la relación de este requisito taxativo.
biental y de los ecosistemas. ción regional a presentar sus relatos abor- la humanidad con el agua, la ecología y el A continuación, se presentan los
En ese contexto, la Seremi de dando temas tales como: la valoración patrimonio natural; las ciencias y explo- relatos ganadores.
CATEGORIA ADULTO
1 er lugar 2 er lugar 3 er lugar
Así se Puede Vivir Recuerdos de una Dríade Multa 40.000 Pesos
El viejo está sentado bajo una tosca construcción de Una vez me perdí en el bosque, durante las vacaciones Nos las arreglamos en los 90 para emparejar la tierra
madera oscura. Es alto y apellinado, con una cara que de invierno cuando nuestras familias fueron a Valdivia, al costado de la capilla. Los maderos que trajo el Pipe
parece tallada también en madera, surco a surco. te acuerdas? Quería escuchar el sonido del bosque y sirvieron de arcos, claveteados ahí mismo, mientras el
A un lado tiene ristras de cochayuyos. Al otro, un alto de sin darme cuenta ya estaba demasiado lejos como para resto excavábamos los hoyos para enterrar los verticales.
paquetes armados. Sus dedos, nudosos como raíces de volver, no había ningún camino, el sol difícilmente El regadío estaba a cargo de don Michea, que lanzaba
árbol, retuercen y amarran las algas, con destreza fruto de pasaba por entre las ramas de los árboles. Sentí un el chorro hasta donde le permitiera la manguera,
una larga costumbre. miedo terrible. Estaba sola en medio del bosque con dejando siempre seco el arco sur. Entonces, con baldes
Ve aparecer al hombre entre algunas ovejas que vagan sonidos que no identificaba, eran animales salvajes o el en desuso, nos dábamos a la tarea de mojar el resto.
cerca, buscando costurones de pasto ralo en el polvo. viento? Hasta conseguimos que la Muni ubicara en la vereda un
-Don Avelino. El frío me hizo llorar… empecé a correr, a gritar con letrero “Prohibido Botar Basura: Multa 40.000 Pesos”.
Una oveja arranca espinas de un arbusto muerto. Mastica todas mis fuerzas hasta que mi voz se hizo tan aguda En el verano los partidos comenzaban a las seis en
porfiadamente, hasta tragárselas. que las aves empezaron a responderme. punto y sin árbitro. Al que llegaba tarde le caía el
-Dice el administrador que es su último aviso. El fundo Grité el nombre de mi mamá. Bernardaa!!!!! Nunca la rosario del equipo incompleto. A veces el Pelao y
cierra esta semana. Ya se fueron todos los trabajadores. había llamado por su nombre. aun así nadie vino por el Marlon montaban la pandereta para relatar y nos
-Yo no vivo en el fundo. Vivo aquí en mi ruco. Y aún mí. Andaba sin teléfono. asignaban apelativos graciosos que movían al error al
tengo quién me compre cochayuyo. Tengo cómo pararme. Lo único que tenía era la mitad de un chicle que tú me arquero o al delantero en el mano a mano, por sucumbir
-Ya le explicaron, don. Aquí no se puede quedar. Con el habías dado. a las carcajadas. Los más hábiles desplegaban sus
estero seco y los tranques cerrados, no hay cómo vivir. Dejé de moverme porque los pulmones y la garganta gambetas sin piedad y los carentes de flexibilidad
Haga juicio. me ardían de tanto correr y gritar. Me senté en un tronco como yo, sufríamos ante momentáneos Maradonas y
-Ustedes plantaron todos esos eucaliptos que se chuparon caído y me puse a llorar. Me temblaban las piernas, estaba Romarios. Incluso gozamos de público más de alguna
el agua. Antes, aunque lloviera poco, siempre había para toda embarrada. Creí que iba a morirme. O que pasaría la vez.
remediarse. Uno, sus animalitos, sus siembras. noche ahí, bajo la lluvia que amenazaba con caer. Ariel, el Burro, el Tito y el Milo exhibían talento,
-Qué importa ahora, don. Dicen que usted tiene familia Un insecto con forma de escarabajo avanzaba por una Carlitos, el Gigio y yo, las ganas. Afuera, se ubicaba el
afuera. Llámela. No siga terqueando en medio de esta rama a la altura de mis hombros. Parecía tan tranquilo, Toño, que si bien, no jugaba, aportaba el ojo crítico y el
pobreza. se movía seguro en este escenario que cambiaba de comentario técnico para resaltar o zaherir, según lo que
El viejo se levanta. forma y temperamento como el mar. En ese momento veía.
-¡Pobreza! Yo no soy pobre, oiga. Mire todo lo que tengo. escuché unas ramas que se quebraban, mi mente volaba Al final, no faltaban los refrescos que el cuadro
Con mínima arrogancia, su mano abarca la línea azul e imaginando las peores atrocidades cuando detrás de un perdedor costeaba al que se alzaba con el triunfo, pero
inmutable que junta la tierra con el mar. árbol apareciste tú. Tranquilamente te acercaste a mí. éstos, generosos, compartían su trofeo. A menos que las
Luego da media vuelta y trepa ágilmente por los Te lastimaste? Preguntaste con una voz suave… moví la patadas hubieran caldeado los ánimos durante el cotejo.
roqueríos. cabeza y volví a llorar. Crecimos, nos fuimos… y la cancha quedó en el olvido.
Allá arriba, en un quilantal que ha logrado salvarse de los Te abracé tan fuerte que un gemido tuyo entró suave por Aún se alza el letrero prohibiendo botar basura. Pero ya
pinos, él sabe que aún late delicadamente una vertiente, mi oído. nadie lo respeta.
delgada como su dedo. Temía que fueras un puma.
Y así, le diría a ese desconocido altanero, con ese poquito Nos reímos… Rodrigo Alejandro Torres López
de agua y con lo que da el mar, así aún se puede vivir. Hoy ese lugar no existe, tampoco nosotros.
Anna Blú Andalién Gonzalo M. Jiménez