La Fiesta de la Primavera en San Fernando

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Por Víctor León Donoso

En la segunda mitad del siglo XIX existió una tradición primaveral, consistía en un carnaval que se realizaba en las calles de la ciudad, denominada el juego de la Chaya. Esta fiesta estaba asociada al ritual Quechua de rociar agua, alcohol, cenizas o papel picado a las personas, como símbolo de buena fortuna en el inicio del año agrícola. Esto fue aprovechado por niños y jóvenes que muchas veces tiraban agua, hojas podridas a transeúntes, causando el enojo de la elite, siendo por ello prohibida por las autoridades locales. Pero la popular celebración de la Chaya fue reemplazada por la fiesta de la primavera, la cual tuvieron sus primeras expresiones a nivel nacional en las federaciones de estudiantes universitarios, desde 1907.

Estas fiestas de la primavera eran realizadas en varias localidades del territorio, y poseían una estructura y organización. Su duración eran comúnmente de una semana en el mes de octubre o noviembre, en ella participaba la comunidad en general, semanas antes coordinando distintas alianzas, ensayando actividades artísticas como deportivas. Se preparaban las candidatas a reina, pajes o disfraces. Las jornadas estaban cargadas de actividades, desde la elección de la reina, las competencias deportivas, carros alegóricos, concursos de bailes, culminando comúnmente con un baile de toda la comunidad.

En San Fernando comenzaron en las primeras décadas del siglo XX denominadas “Fiesta de los estudiantes”, donde salían a las calles y animaban los festejos, con repertorios de numerosas “estudiantinas”, pero que se fueron convirtiendo en las denominadas fiestas de la primavera. La editorial de La Región en noviembre de 1954, afirmaba: “Eran sus principales números la Gran Farándula de disfrazados, los concursos de disfraces, los grandes bailes en lugares cerrados o en plazas que se cerraban integras, las veladas Bufas, para las cuales en ocasiones se escribieron óperas completas a base de potpurrís musicales y que constituían obras maestras de chispa y de ingenio y se cerraban las fiestas con su Corso de Flores en que participaban infinidad de carruajes adornados. Los Corsos de Flores, que duraban desde las 9 de la noche hasta la amanecida y que se llevaban a efecto en una de las principales avenidas, congregaban las antiguas victorias que rivalizaban con automóviles abiertos en arte y elegancia para cubrirlos totalmente de flores y se hacían presentes camiones en que se presentaban carros alegóricos concurso en que las casas comerciales se presentaban con enormes carros de propaganda, desde los cuales los empleados de la firma, debidamente disfrazados, repartían entre el público muestras de sus mercaderías”.

Durante varios años de la década de 1950, la problemática de la inflación y la pobreza causaban efecto, por ello el grupo cultural “Los Afines” junto al cuerpo de bomberos de la ciudad se hicieron parte y cabeza en la organización. Por ello, en 1954, afirmaba la prensa: “Esta noche prosigue la fiesta con el baile de máscaras en la pista oficial del Rodeo, hay locomoción gratuita. Es grato darse cuenta como el pueblo de San Fernando olvida por algunos días la aflictiva situación actual, para reír y bailar al margen de los cien problemas diarios. Por esto felicitamos a los organizadores del carnaval, por el ahínco y el entusiasmo que han imprimido a esta fiesta tradicional”

La fiesta tenía un carácter popular, donde la gente salía a las calles a lucir sus disfraces, mezclándose en las comparsas, compitiendo en la muestra de carruajes. El fotógrafo local, Pedro Barboza Mardini, se encargó de retratar este evento en varias oportunidades (ver fotografías).

Parte fundamental era la elección de la reina de los juegos florales, a través de un escrutinio, las candidatas comúnmente representaban una a los liceos de técnicos y la otra a los liceos científicos -humanista. Esta disyuntiva de la Reina de la primavera, causaba mucha expectación en la población, así lo comentaba “La Región” en octubre de 1957 el triunfo de María Eugenia Castell quien representaba a los estudiantes técnicos: “Es difícil de describir las verdaderas explosiones de delirante entusiasmo con que recibieron sus adeptos esta grata noticia, entonando a toda voz el Himno Nacional, sintetizando los estudiantes técnicos, la alegría de sus corazones. Un inmenso desfile contra el tiempo precedió a la elección; todos sin distinciones llegaron a la casa de la nueva soberana para felicitarla por el resonante triunfo. Los visitantes fueron recibidos gentilmente por los padres de María Eugenia ofreciéndoles un cocktail de triunfo y sana alegría”

Año tras año, la fiesta de la primavera era disfrutada por varios días, comúnmente se comenzaba un jueves con la velada denominada “Farándula estudiantil”, el día viernes a las 22 horas se realizaba la Velada Bufa en el Teatro Central, donde se coronaba la reina y la presentación del Rey Bufo, allí también participaban poetas, artistas locales y de Santiago. La velada principal era denominada Bufa en honor a un personaje cómico, propio de la ópera italiana.

En noviembre de 1956, se organiza una de las veladas Bufa más recordadas de la época: “El Teatro Municipal será escenario para contener en su aposentaduría al respetable que gusta participar del buen humor de esta Velada, la que tendrá como animador al más joven de los humoristas chilenos, Firulete Jorge Romero, de destacada actuación en las emisoras y boîtes santiaguinas y aún recordamos sus resonantes triunfos en Buenos Aires, con su personaje Firulete Gasolino. Las recitaciones pampinas del Gaucho Giraldo y sus remeros, la actuación siempre aplaudida del trío Los Segadores y la siempre esperada animación con copuchas locales del Negro Jiménez y su tropilla que este año superará en material humorístico a las efectuadas anteriormente”

El día sábado, a las 22 horas, era el Gran Baile de Fantasía, donde participaban orquestas como la de Lino Astudillo. En el año 1957, los bailes eran animados repentinamente con ritmo “loco” llamado rock n’roll, argumentando la prensa que sería una música que pronto pasaría de moda.

El día domingo, a las 17 horas, se efectuaba el denominado gran Corso o carnaval en la plaza de armas, donde se lucían los disfraces y los mejores carruajes preparados por la ciudadanía, las que eran acompañadas por la Banda del Regimiento de Colchagua. Terminando con los premios para los mejores coches adornados. En 1956, las expectativas del desfile de disfraces y carruajes, La Región afirmaba: “También el Corso promete superar largo a los últimos, tanto en la calidad de los carros alegóricos como en su presentación artística. La carroza real tiene un magnífico diseño, con acabados detalles que se construye en la Escuela Industrial. En esta forma, la Plaza de Armas y principales arterias de la ciudad se verán colmados de público que podrá presenciar la cabalgata de la alegría, juventud y buen humor”.

El día domingo, se efectuaba el Gran Baile de Fantasía, donde era amenizada por alguna banda como la Orquesta de Lino Astudillo. Tradicionalmente, la fiesta de la primavera finalizaba al domingo siguiente con el “Gran clásico” entre el Liceo de Hombres y el Liceo Industrial, donde cada casa de estudio realizaba una representación artística teatral, culminando con un animado partido de fútbol, todo enmarcado con una gran cantidad de asistentes en las galerías.

En el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, la Fiesta de la Primavera se fue diluyendo como muchas de esas antiguas formas de socialización, donde la comunidad se cohesionaba durante una semana para festejar. Los recuerdos aún permanecen en algunos, o también plasmados en antiguos diarios, y fotografías.

 

 

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