La astenia primaveral es uno de los trastornos emocional-afectivos común, aunque no exclusivo, en esta época del año. Por lo mismo, es clave identificar sus síntomas, con el fin de conseguir ayuda médica para su diagnóstico y tratamiento.
El cambio de estación no sólo trae más luz, calor y días más largos, sino que también alteraciones a nuestro organismo, que no sólo se reflejan en las conocidas y molestas alergias estacionales. Muchos comienzan a sentir una falta general de energía, cansancio, fatiga, mayor irritabilidad, apatía, falta de concentración y alteraciones del sueño. A esto se le conoce como astenia primaveral y, aunque no lo creas, es muy frecuente en esta época.
“La astenia es multicausal. Por ejemplo, durante el invierno, las reservas de vitamina D y otros micronutrientes se ve afectada, y al realizar menos ejercicios y consumir alimentos más calóricos, contribuye a desarrollar este tipo de trastornos”, relata Paula Molina, química farmacéutica de Farmacias Ahumada. Esta es una de las afecciones más frecuentes de esta época, aquejando a más mujeres que hombres, entre los 20 y 50 años de edad. De hecho, la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación señala que hasta el 85% de la población la padece con el cambio de estación. En este sentido, para Molina es fundamental generar cambios en la dieta y la actividad física para superarla, siempre que no existan patologías asociadas a los síntomas ya descritos.
Una de las vitaminas que no pueden faltar en nuestro organismo son aquellas del grupo B, fundamentales para una amplia gama de funciones como asistir en la liberación de energía de los carbohidratos, proteínas y grasas, ayudando al organismo a tener más energía. “Una de las más importantes es la vitamina B6, relacionada al control de síntomas como la ansiedad. Ayuda a nuestro cuerpo a procesar los aminoácidos, siendo esencial para la producción de hormonas y neurotransmisores”, indica la facultativa. Esta vitamina se puede encontrar en alimentos como el pollo, el pescado, el plátano o cereales integrales. Asimismo, la vitamina C es otro de los micronutrientes que no pueden faltar. Según un estudio realizado por la Universidad de Otago en Nueva Zelandia, la carencia de esta vitamina podría relacionarse con la sensación de tristeza y fatiga.
En los últimos años se ha descubierto que el zinc es un mineral clave en el funcionamiento del sistema nervioso, y su carencia estaría asociada a varios trastornos depresivos, como lo señala un estudio realizado por el Centro Psiquiátrico Creedmoor en Nueva York. Otro de los minerales importantes en estos casos es el magnesio. De acuerdo, con un estudio realizado en la Universidad de Granada, este mineral no sólo sería un regulador del sistema nervioso, sino que también, prevendría una serie de problemas neurológicos, cardiovasculares, musculares y gastrointestinales. “Lamentablemente, el estilo de vida y la alimentación actual es muy pobre en este nutriente, por lo que sus niveles tienden a estar muy por debajo de lo que nuestro organismo requiere”, añade Molina.
La especialista recalca que la alimentación es clave para evitar los desequilibrios fisiológicos que puede provocar la astenia. “Debemos evitar las grasas saturadas, el café, bebidas alcohólicas y el exceso de azúcar, para ayudar a nuestro organismo a evitar el cansancio que genera este trastorno”, indica. Además, no podemos olvidar tres hábitos vitales: la hidratación, un buen descanso y la actividad física. Una correcta hidratación siempre revitalizará el organismo, siendo importante ingerir de 2 a 3 litros de agua, dormir –a lo menos- siete horas diarias para garantizar la reparación que nuestro sistema necesita y realizar 40 minutos de actividad física de forma diaria, como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por último, la profesional recalca que es importante consultar con un especialista sobre la necesidad de complementar la alimentación con algunos suplementos que podrían ayudar en determinadas ocasiones, dependiendo de cada persona. “La astenia es un fenómeno que no debería durar mucho tiempo. Si estos síntomas persisten, se requiere visitar a un médico ya que éstos podrían ser signos de alguna patología anexa. Lo importante es que siempre escuches y cuides tu organismo”, finaliza Molina.