La Gran Logia de Chile se funda en Valparaíso el 24 de mayo de 1862, hoy con más de ciento cincuenta años en la vida social, llevaba a ese entonces 50 años de presencia Chile. A participado en la vida social de Chile a través de destacados actores, los padres de la Patria como José Miguel Carrera y Bernardo O’Higgins, y tantos, otros como presidentes de Chile, intelectuales, científicos, profesores, chilenos y extranjeros que llegaron al país. Un motor de cambio y desarrollo de las ideas y de la ciencia.
Con la participación en creación de instituciones de enorme trascendencia en Chile y la promoción de normas que hoy nos parecen de toda naturalidad pero que en su tiempo fueron un cambio drástico y necesario para el progreso nacional, como la dictación de las Leyes Laicas (Registro Civil- Matrimonio Civil –Ley de Cementerios), la Ley de Instrucción primaria Obligatoria, la separación de la Iglesia y el Estado, etc.
Su influencia en la sociedad chilena se ve reflejada en la concreción de los principios del humanismo laico. Esta visión del ser humano como un fin en sí mismo, significa por una parte el respeto a la persona humana y sus derechos fundamentales, y por otra el desarrollo de todas sus capacidades y la entrega de herramientas para dicho fin.
Pero también la Gran Logia de Chile ha sido una actor permanente en la conciencia de Chile, como una institución ética que continuamente está indicando a la sociedad, a las autoridades de los gobiernos, a los legisladores y a todos los habitantes de este país, el respeto los valores de la persona humana, sus derechos y los principios de igualdad, libertad y fraternidad.
En el momento actual, llamó a la participación de los chilenos en la nueva constitución, una oportunidad y un desafío, que significa una gran responsabilidad para los ciudadanos que han sido elegidos para dicho propósito. La nueva constitución debe contener por una parte, la diversidad de la vida social, cultural y étnica de nuestro país, y por otra debe salvaguardar los derechos fundamentales de todos los habitantes de Chile. La Nueva Constitución no puede estar al servicio, ni ser el reflejo de ninguna ideología, por muy mayoritaria que esta sea. Tampoco puede ser una oportunidad para revanchas o ganancias políticas. “Una nueva Constitución que establezca un nuevo contrato social, donde los principios de equidad, justicia y nuevo trato señalen un recomenzar de la República”.
Esperamos que este proceso signifique un avance en la organización política del Estado tendiente a dar mayores y mejores respuestas del mismo a la sociedad toda y en ningún caso vaya a significar un retroceso que tenga nefastas consecuencias para la convivencia social, tal como lo hemos podido apreciar en otras latitudes del mundo.