El título es una analogía de una obra de Umberto Eco “Nadie Acabará con los Libros”, espero que Ud. haya tenido ocasión de leerlo. Eco dice en su prólogo "El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. El libro ha superado la prueba del tiempo... Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es."
Con las clases pasa algo parecido. La clase es una experiencia de vida en el amplio sentido, y desde tiempos inmemoriales está presente en la historia de la humanidad. En la clase hay interacción humana, surge la posibilidad de situarse en el lugar del otro para poder transmitirle una idea, un concepto, entender lo que está pensando o sintiendo. Está también la posibilidad de conocer y aprender del otro por sus actos, exigir del otro (tanto del estudiante como del profesor/a) lo mejor, de aprovechar momentos, complementar, crecer mutuamente. En la clase es igualmente importante el antes y el después. La posibilidad de acudir a un lugar común, de encontrarse con gente, de aprender, de generar vínculos en base a experiencias comunes, de tener lugares de encuentro que nos obliguen o permitan relacionarnos con otro, a conocer diversas maneras de ser, de hacer, de pensar….
El semestre pasado fue una experiencia difícil y desafiante, no sólo por lo que significó en cuanto a aprender una serie de elementos y herramientas nuevas, hubo que aprender mucho sobre la marcha, tratar de hacer lo mejor. Para formar personas el deseo o vocación son importantes, pero no suficientes, hay que prepararse permanentemente para enseñar, y eso incluyó en este periodo sumergirse en una modalidad de enseñanza que no habíamos tomado tan en serio como hasta ahora. Este semestre enfrento las clases virtuales mucho mejor preparado, pero siempre nostálgico.
Porque aunque sienta que estoy dando lo mejor de mí, hay algo que uno sabe que le falta, y cuya privación forzada por estos tiempos locos me hace añorar: la clase, ese lugar de encuentro que nos define como universidad, con todas sus imperfecciones, entregando algo especial y único. La clase no es el programa de la asignatura ni el cuadrito del plan de estudios, es la experiencia global que se vive a lo largo de un curso, con todo lo bueno y lo malo que genere.
Lo que nos ha mostrado esta coyuntura es que la tecnología nos puede ayudar mucho, que es importantísimo incorporarla a la clase, ya que son parte de las habilidades que tenemos que desarrollar en nosotros y en nuestros estudiantes. Pero la tecnología es un complemento, no un sustituto. Lo invito a conversar con un profesor o profesora en su intimidad, y de seguro cada uno les dirá lo mismo…nadie acabará con las clases.
Dr. Carlos Pérez Wilson
Académico, Instituto de Ciencias Sociales
Universidad de O’Higgins.