La investigación, en la que participó la Universidad de La Frontera, señala que irse a dormir entre las 10 y 12 de la noche reduce la posibilidad de desarrollar enfermedades del corazón. El sondeo ratificó que tanto acostarse muy temprano como después de la medianoche representa un aumento del riesgo de padecer este tipo de patologías para los adultos entre 35 y 70 años.
El sueño constituye una parte vital de la existencia humana, ya que aproximadamente un tercio de la vida de un individuo se dedica a dormir. Al igual que otros factores del autocuidado personal, los comportamientos del sueño (p. ej., su duración) se han considerado importantes contribuyentes para la salud. Su privación podría afectar negativamente al metabolismo energético (equilibrio de consumo/gasto) y dar lugar a patologías como obesidad y diabetes. Aunque los efectos del sueño prolongado en los adultos no se han estudiado con el mismo detalle, también podría ser reflejo de condiciones subyacentes que no se manifiestan de inmediato.
Así lo sostiene el estudio Asociación de la hora de acostarse con la mortalidad y los eventos cardiovasculares mayores, que forma parte a su vez del proyecto de investigación Prospective Urban Rural Epidemiology (PURE) en el que participa un equipo del Centro de Excelencia “Capacitación, Investigación y Gestión para la Salud Basada en Evidencias, CIGES” de la Universidad de La Frontera, liderado por el doctor Fernando Lanas.
“Lo que se hizo fue ver el tiempo de sueño y la hora en que la gente se acostaba. Y lo que encontramos es que los adultos que se acuestan temprano y duermen demasiado, al igual que los que lo hacen tarde, pero duermen poco, presentan más riesgo de padecer eventos cardiovasculares como infartos o accidentes cerebro vasculares que los que se acuestan entre las 10PM y las 12PM”, detalla el médico cirujano, quien es especialista en Medicina Interna y Cardiología.
Aunque el estudio no se concentró en la calidad del sueño, reveló que dormir entre 6 y 10 horas está asociado a un menor riesgo de padecer estas patologías, dice Lanas.
Una hipótesis que se baraja para ello está relacionada con el ciclo circadiano. Aunque no es posible establecer una causalidad a raíz del estudio, los resultados sugieren que horas tempranas o tardías de irse a dormir tienen más probabilidades de alterar el reloj del cuerpo, con consecuencias negativas para la salud cardiaca.
Hay mucha menos evidencia sobre la asociación significativa, entre acostarse más temprano y resultados adversos para la salud que respecto de acostarse más tarde. Por ejemplo, un estudio anterior mostró que los adolescentes que se acostaban más temprano de lo habitual tenían un mayor riesgo de desarrollar presión arterial alta. Otra investigación reveló que acostarse más temprano podría estar relacionado con una función vagal cardíaca más deficiente entre los adultos mayores y podría indicar un estado de salud deteriorado. El nervio vago es el componente principal del sistema nervioso parasimpático, que controla las funciones y actos involuntarios de nuestro cuerpo.
A esto se suman otros factores como el sedentarismo. “Esto también puede deberse a que se trata de personas que duermen mucho y que son físicamente menos activas que otras durante el día, especialmente la que son más mayores. La actividad física nos protege frente a los eventos cardiovasculares”, dice Lanas. A esto se suman otros efectos que van más allá del riesgo cardiaco como la atrofia muscular y osteoporosis.
La hora de acostarse se registró en función de la hora habitual de dormir de 112.198 participantes de 21 países del estudio PURE, incluyendo Chile. Los voluntarios, con edades, entre los 35 y 70 años de edad, fueron seguidos prospectivamente durante 9,2 años.
Se examinó la asociación, entre la hora de acostarse y los resultados de mortalidad como también de infarto de miocardio no mortal, accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca.
Durante los años que duró el estudio se documentaron un total de 9024 eventos de interés. Específicamente, 5633 participantes murieron y 5346 tuvieron eventos cardiovasculares importantes. Los que se dormían antes de las 10 PM eran relativamente mayores, menos educados, con mayor propensión a ser mujeres y residentes de áreas rurales. Si bien presentaban mayor hipertensión mostraron menos cuadros diabéticos y depresivos, como también un menor consumo de tabaco y alcohol que los que se acostaban después de las 12 AM.
“Como Universidad de La Frontera hemos venido trabajando durante la última década para potenciar el alcance de nuestras investigaciones en el ámbito de la ciencia que tiene aplicación real en las personas, en este caso, en temas de salud, de modo de generar el mayor impacto posible en la sociedad”, sostiene el Vicerrector de Investigación y Postgrado de UFRO, Rodrigo Navia.
Si bien, la investigación no entra al detalle de la situación de los participantes por país. Lanas asegura que en Chile se repite la tendencia. “Si el estudio muestra eso es aplicable a todos los países. Asumimos que no somos diferentes al resto del mundo”.