Este fenómeno ha sido observado por las distintas civilizaciones que han construido nuestro pasado histórico. En la antigua Grecia, se denominó ékleipsis, queriendo interpretar la “desaparición o abandono”, siendo una metáfora de esta manifestación que se provoca, cuando la luz de un cuerpo celeste es bloqueada por otro.
Para la cultura Mapuche, el reconocimiento de los astros era fundamental para su cosmovisión, siendo los eclipses solares denominados Lanantu, que simbolizaba “la muerte del sol”.
En nuestra provincia el fenómeno ha sido observado en varias oportunidades. Los comentarios podemos leerlos en las crónicas de los periódicos locales, muchas veces no entregando mayores detalles. El suceso ocurrido el 16 de abril de 1893, el periódico La Justicia de San Fernando, solo comenta: “Hoy es el día anunciado para que tenga lugar este fenómeno que se presenta mui a lo lejos. En parte de nuestra República, el eclipse de sol habido hoy ser total como en Caldera etc., i al sur será parcial”
El siguiente eclipse solar visto en nuestro territorio fue el 20 mayo de 1947. La prensa local hace mención, utilizando un lenguaje propio de la sociedad post bomba atómica: “El martes próximo a simple vista tendremos oportunidad de presenciar el espectáculo único celeste de este siglo, como será el eclipse de sol súper total. No es un eclipse corriente, pues esta vez podrá observarse la energía atómica de la “Corona Solar”, a simple vista. Lo que constituirá un espectáculo grandioso”
El eclipse solar que marcará mayor repercusión en nuestra provincia es el ocurrido el 12 de octubre de 1958, ya que la región de O´Higgins se apreció el eclipse de forma total. Un informe de marzo de 1958 de la astrofísica Adelina Gutiérrez de la Universidad de Chile, adelantaba las características, indicando que la línea central de la totalidad, pasaría por la ciudad de Rancagua, siendo visible a las 18.30 horas, cerca de la puesta del sol.
El periódico La Región de San Fernando, publica dos extensas columnas del científico autodidacta curicano Diego Márquez, quien explica el fenómeno, y profundiza en la importancia que tuvo el estudio de este fenómeno, para la validación de la teoría de la relatividad, haciendo hincapié de la percepción para el ser humano:
“Al hombre primitivo le causaba espanto, y que incluso en tiempos no muy lejanos de nosotros, este anochecer transitorio en pleno día despertara en ciertas capas sociales temibles presentimientos. Aún para el hombre culto actual, la contemplación de un eclipse total de sol es un fenómeno saturado de curiosidad y de emociones”.
En la memoria colectiva de nuestra población, aún se puede escuchar estos relatos. Mi madre siempre recuerda: “éramos niños y con mis hermanos vivíamos en el campo, en Manquehua (Litueche) y siempre hacíamos una procesión para ir a dejar flores a un perro que habíamos tenido “Pingüino”, un día de repente se nos oscurece y empiezan a cantar los gallos, duró varios minutos, corrimos y llegamos asustados a la casa”.
Hoy estamos frente a un nuevo eclipse solar, en un contexto distinto a los anteriores, donde la conexión es global. Chile se posesiona en la observación de los astros. En nuestro territorio se concentran los telescopios de mayor importancia mundial, por tanto debemos impregnar a nuestros niños y jóvenes esta aventura por la astronomía. También es el tiempo de reflexionar de nuestro vínculo con la naturaleza y el universo, allá afuera posiblemente está nuestro destino como civilización.
Por Víctor León Donoso