Una de las tecnologías más disruptivas de nuestra época es la Inteligencia Artificial (IA), pues ha sido capaz de cambiar nuestra sociedad en todos los aspectos, desde la economía y la industria hasta la salud y la educación. No obstante, presenta una serie de riesgos que requieren una atención inmediata para no lamentarnos en un futuro como especie, pues, su avance, puede transformarse en un serio peligro del mundo que hoy conocemos si no se dan las discusiones necesarias, para delimitar la potestad e injerencia en nuestra vida y su proyección.
Cuando hablamos de la IA, debemos pensar inmediatamente, en una sección de la informática que se enfoca en la construcción de sistemas algorítmicos que tienen la capacidad autónoma de percibir su entorno y tomar acciones para lograr sus objetivos. En otras palabras, la Inteligencia Artificial puede entenderse como la capacidad de las máquinas para imitar la forma en que los seres humanos aprenden e incluso, razonan, a tal punto que, pueden realizar tareas y mejorarlas a partir de la información que tienen. Así pues, en la actualidad, existen aquellas que pueden interactuar con personas a través de conversaciones escritas o habladas, también, aquellas que pueden hacer imágenes, música y videos sólo a través un prompt(instrucción), pero también, están las que pueden generar diagnósticos médicos, las que reconocen facialmente, las que conducen vehículos, las de uso militar y muchas más. Como se ve, el uso de ésta es variado y multidimensional y por la misma razón, es imperioso que se fijen los horizontes de la capacidad de acción que pueda tener en todos los campos posibles.
La protección de la privacidad y los datos personales es uno de los límites más importantes para la IA en la actualidad. A medida que ésta se vuelve más frecuente en nuestras vidas, es esencial garantizar que los derechos individuales se respeten y que los datos de los usuarios estén protegidos contra el acceso y el mal uso no autorizados. Así mismo, para que su desarrollo sea responsable, es necesaria una gobernanza y regulación efectivas donde se sumen marcos legales y normativos sólidos, que aborden temas como la responsabilidad, la privacidad, la seguridad y el sesgo algorítmico. Para mantenerse al día con los avances tecnológicos y los nuevos desafíos éticos y sociales, estos marcos deben ser flexibles y adaptables. Aun cuando, en el planeta existe una escasa regulación legal acerca de este tema, la Unión Europea cuenta con un Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) que establece estándares importantes en este sentido, pero, se requieren más esfuerzos para garantizar que estas protecciones sean efectivas y aplicables a nivel mundial y de este modo, todos los países se sumen a este compromiso y estén a la altura de este magno desafío. En nuestro país, si bien se tiene una ley de protección de datos (ley, n°19.628), que fue publicada en el año 1999 y que después, se reforzó con una modificación del artículo 19 n°4 de la constitución en el año 2018, donde se estipula como derecho fundamental la protección de los datos, aún estamos lejos de los estándares internacionales promovidos por la OCDE.
La educación y la conciencia pública sobre las capacidades, limitaciones y posibles efectos de la IA, son otros ejes importantes para considerar en el desarrollo de aquella. Muchas personas pueden no estar al tanto de cómo funciona la Inteligencia Artificial y cómo puede afectar sus vidas. Para aumentar su comprensión pública y fomentar un debate informado sobre sus implicaciones sociales, políticas y éticas, es necesario invertir en programas educativos y campañas de concientización que democraticen el acceso al conocimiento de ella.
La cooperación internacional es esencial para establecer estándares comunes y compartir mejores prácticas en el desarrollo y regulación de la IA debido a su naturaleza global y sus efectos. Los esfuerzos colaborativos pueden ayudar a evitar la fragmentación regulatoria y promover un enfoque coherente y armonizado en el uso e influencia de este avance tecnológico.
¿Por qué es importante y necesario hablar de límites en la IA?.
Comúnmente, cuando se está en el inicio de la construcción de algo, por muchas medidas, cálculos y restricciones que se tengan, existen campos no visibles o no conscientes, que se presentan en este proceso y que nos pueden llevar a lamentarnos. Por eso, es importantísimo que, en el desarrollo de una IA, se contemplen aspectos restrictivos que desarticulen la aparición de eventos nos deseados que sean incoherentes con los objetivos propuestos en principio y que, puedan transformarse en un peligro para todos.
El delimitar a la IA se transforma en algo tan necesario, pues, imaginemos que tenemos una que esté encargada de hacer diagnósticos médicos, ¿cómo actuaríamos si ésta nos dice que tenemos una enfermedad que realmente no tenemos o que nos queda poco tiempo de vida?. Cuestiones delicadas como esas y otras más, no deben ser asumidas a la ligera y al mismo tiempo, exigen saber cómo avanzar en caminos de responsabilidad y funcionamiento de la Inteligencia Artificial.
Estamos frente a una tecnología poderosa que tiene la capacidad de cambiar la sociedad de una variedad de maneras. Sin embargo, es crucial ser consciente de sus problemas éticos, pues, que se desarrolle y se utilice de forma segura y prudente, son retos que ya están a la palestra de las reflexiones que se deben adjudicar como propias y constantes.
Las discusiones éticas son intensas; privacidad, terrorismo, derechos humanos, seguridad, beneficios, límites y libertades, son los fondos en que la humanidad, debe aunar esfuerzos para saber si algún día podemos responder a la pregunta de si la aparición de la IA, fue un aporte o un estorbo para la especie humana y para el planeta en general.
Sólo como modo de reflexión final y análisis del increíble avance de la IA, le solicité a “Copilot” (asistente virtual de inteligencia artificial) de Microsoft, que se describiera a sí mismo a través de una imagen y así, todos lo puedan conocer. El resultado fue el siguiente:
Si bien hasta el momento la IA no ha desarrollado consciencia, al menos, puede enfrentarse a preguntas acerca de sí misma y dar respuestas a ellas.
Por Àngel Morales Espinoza
Profesor de Filosofía
Data Analyst
Data Scientist
Master en Big Data y Business Intelligence
Magister en Dirección y Liderazgo para la Gestión Educacional
Dr. en Filosofía.
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