El 15 de septiembre de 1834 el naturalista inglés Charles Darwin visitó nuestra ciudad. A la sazón contaba con sólo 25 años y era un desconocido. La observación detallada de los escenarios comunes prontamente anidaría en su mente grandes pensamientos. Su obra fundamental, “El origen de las especies por medio de la selección natural”, publicada en 1859, estableció que la explicación de la diversidad que se observa en la naturaleza se debe a las modificaciones acumuladas por la evolución a lo largo de las sucesivas generaciones. Los descubrimientos científicos de Darwin aún siguen siendo el acta fundacional de la biología como ciencia. En 1882, año de su muerte, el Reino Unido lo distinguió con funerales de Estado, siendo sepultado en la Abadía de Westminster, próximo a Isaac Newton.
San Fernando y Colchagua deben a él y al trabajo de los eminentes naturalistas Gay, Domeyko y Philippi, el conocimiento de sus gentes y de sus riquezas en el mundo y, en especial, en la Europa del Siglo XIX.
Hacia 1996, James Dewey Watson, científico inglés coautor del artículo académico que proponía la estructura de doble hélice de la molécula de ADN en 1953, y Premio Nobel de Medicina 1962, de visita en nuestro país, manifestó su extrañeza al observar la casi nula existencia en Chile de calles o monumentos que recordaran el paso de Darwin. Nuestra ciudad, lamentablemente, ha incurrido en idéntica e imperdonable omisión histórica.
A diferencia nuestra, en especial en lo que a actitud se refiere, en el gran país del Norte, este año 2023, la Biblioteca Pública de Nueva York, en asociación con la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, presentó recientemente la exposición “Charles Darwin: Una vida en letras”. La exposición, inaugurada el 5 de Mayo, se presentó en la Galería Wachenheim, en el primer piso del edificio Schwarzman, y estuvo abierta hasta el 5 de Agosto.
“Invitamos a nuestros visitantes a profundizar en la mente de un naturalista curioso y entusiasta que cambió la forma en que entendemos el mundo que nos rodea. Los descubrimientos de Darwin demuestran cómo la investigación tenaz y persistente puede producir descubrimientos que cambian el mundo y el valor de colaborar con personas de diversos orígenes y experiencias”, declaró Elizabeth Denlinger, co-curadora de esta exposición, junto con la Dra. Alison M. Pearn. “Esperamos que esta exposición inspire a generaciones a explorar y ampliar los límites de la ciencia”, agregó. La Biblioteca también ha curado “Charles Darwin: Off the Page”, una colección complementaria de retratos, mapas e ilustraciones. Las instalaciones, ubicadas en las galerías del tercer piso, exhibieron tanto el mundo más amplio de la obra de Darwin como los espacios íntimos de su hogar. El ala Rayner Special Collections contó con retratos reinventados de los colaboradores de Darwin y en la Print Gallery, gráficos ambientales del mundo personal de Darwin se alinearon en las paredes, flanqueados por mapas que daban a entender el alcance global de su correspondencia.
Para esta exposición, entre sus millones de visitantes, Andrés Javier González Ramírez, testigo privilegiado de raigambre colchagüina, cual Goya presenciando los fusilamientos de Mayo, toma rápido registro de lo que sus ojos observan: un mapa de Colchagua con una explicación a pie de página, en la cual se lee nítidamente “San Fernando”. El mapa es de autoría del Coronel inglés Thomas Sutcliffe, a quien Darwin califica de “extraordinario genio”. Sutcliffe dibujó de memoria para él el mapa de nuestra provincia. Desde 1822, durante largos 17 años, residió en Chile. Temerario militar, combatió bajo las órdenes del Duque de Wellington en Waterloo, de Bolívar, O’Higgins, San Martín, Blanco Encalada y Bulnes. Amigo de Cochrane y Rugendas, Sutcliffe fue también un atento observador de la historia natural. Sus memorias han devenido en un importante testimonio de la época, dados los paupérrimos testimonios existentes de ésta. A los nombres olvidados de Darwin, Gay, Domeyko y Philippi habrá, es nobleza, de agregarse el suyo.
Restan exactamente once años para el Bicentenario de la visita de Charles Darwin a San Fernando. En otros lugares, en muchos de los cuales Darwin jamás puso sus pies, se organizan todo tipo de homenajes en su honor y su figura se ensalza como ejemplo para la juventud. La disparidad de recursos es excusa pobre. El Beagle, un bergantín de sólo 28 metros de eslora y 8 metros de manga, con una dotación de setenta hombres en que, a la muerte por naufragio o por enfermedad, se sumaba la hostilidad del territorio sin ley que era, mayoritariamente, América del Sur, nos trajo a un Darwin que, con un elemental cuaderno de notas y unos cuantos instrumentos básicos que le permitieron embarcar, realizó un trabajo de incalculable valor para la Humanidad.
El corolario es evidente:
Año 2034: Ciudadanía y autoridades de San Fernando, rinden tributo a Charles Darwin.
Centro de Estudios Jorge Barrientos
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San Fernando
Agradecimientos: Sra. Doris Ramírez