La discusión sobre la educación en Chile ha sido de suma cero y continuamos con un sistema obsoleto que a nadie deja contento. Discutimos en los bordes del sistema temas como su financiamiento, estructura administrativa, tipos de sostenedores, marco regulatorio etc., siempre desde la perspectiva de los diferentes grupos de interés y de presión: gremios, religiones, partidos políticos, ONG’s, investigadores, organismos internacionales y muchos más.
Nos centramos en lo que estos grupos buscan obtener de la educación y dejamos de lado el interés superior del niño, niña y/o jóvenes. Vemos a las y los estudiantes como piezas que deben moldearse durante el proceso educativo para que al final sean un engranaje que calce en la máquina productiva de manera efectiva y eficiente. Estamos frente a un modelo que deshumaniza, con las consecuencias por todos conocidas.
El enfoque tradicional de la educación está centrado en la dimensión enseñar/aprender y hasta ahora se le da poca importancia al objetivo de socializar.
Tenemos un currículum recargado que no logra aprendizajes significativos. Muchos creen que más es mejor, pero la realidad es que, a más horas de clase, menos aprendizaje.
En un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “Education at a Glance 2018” se encontró que entre 1° y 6° básicos estudiantes chilenos están 1.039 horas en clases al año mientras que el promedio de países OCDE es de 799 días/año, es decir un 20% menos que en Chile.
A partir de un determinado número de horas-aula que se encuentra en torno a las 800 horas por año, más horas en la sala, peores resultados. Esto ocurre debido a factores como la saturación cognitiva, la fatiga o la falta de variación en los métodos de estudio o práctica o, en otras palabras, simplemente el aburrimiento y la falta de interés y motivación.
Si las y los tomadores de decisiones en educación internalizaran este concepto y tuviéramos un currículum más focalizado y menos recargado, de seguro que, aprender a hablar en la etapa preescolar, a leer, escribir y las cuatro operaciones matemáticas en educación básica y adicionalmente, el conocimiento de otras materias en educación media, sin lugar a duda, tendríamos mejores resultados.
En estudios realizados por la Agencia de Calidad de la Educación, han señalado que la variable de control que mejor explica el aprendizaje es el clima en contextos escolares, es decir más y mejor convivencia en la escuela.
La convivencia no se enseña, se desarrolla a través de procesos de socialización que habilitan para conocer y reconocer emociones en uno mismo, promueven conductas empáticas y ponen en valor la diversidad y la diferencia. El bienestar y el futuro de las y los estudiantes depende de manera significativa de los procesos de socialización.
Marcelo Trivelli, Fundación Semilla