Una queja recurrente entre todos quienes habitamos la zona central, se refleja en la ya clásica frase: ¡Hace demasiado calor, esto parece un horno! Sin duda, el cambio climático ha elevado la temperatura a nivel planetario, haciendo que año a año se rompan récord en esa materia, sin embargo, aquello está influenciado por la acción humana, empeñada -al parecer- en seguir creando “islas de calor”, omitiendo completamente que la OMS ha recomendado un mínimo de 9.2 metros cuadrados de zona verde por habitante, y no unos pocos árboles aislados, e incluso, mal cuidados en medio de grandes construcciones que dicen “facilitar la vida”.
Resulta llamativo el poco valor que se le da a las plantas, árboles, arbustos y diversas especies vegetales, como si su relevancia fuese nula, pese a: (1) Limpiar el aire; (2) Reducir la temperatura; (3) Hacer frente al cambio climático; (4) Disminuir la contaminación visual; (5) Prevenir inundaciones; (6) Generar zonas de descanso y; (7) Actuar de hogar para la fauna, especialmente las diferentes aves que adornan nuestros cielos, entre otros beneficios. Lamentablemente, el sector inmobiliario ha ocasionado un enorme impacto en los ecosistemas, cambiando el uso de suelo y disminuyendo tanto la vegetación como las áreas verdes, para reemplazarlas por arcilla, hormigón, pavimento y otros materiales altamente absorbentes de calor, dando así origen a las “islas de calor”. A raíz de esto, se han hecho estudios para constatar los cambios de temperatura, dando como resultado una diferencia cercana a los 10 grados Celsius entre un lugar con árboles y otro sin ellos, incluso cuando no se cumple con la recomendación de la OMS. Si se cumpliese, la diferencia sería aún mayor.
Las plantas también ayudan a combatir altas temperaturas y poseen la facilidad de no utilizar grandes espacios, bastando solo con algunos maceteros, huertos urbanos o jardines verticales para conseguir un ambiente más agradable. En la misma línea, durante los últimos años ha surgido la arquitectura bioclimática, basada en la utilización de vegetación como recurso para crear ambientes cómodos, minimizar el uso de energía y ser aislantes térmicos, contribuyendo a mermar los daños al ecosistema en zonas urbanas, ocasionados por las diferentes construcciones.
Considerando la importancia de la flora en su conjunto, resulta imperioso darle el valor correspondiente y realizar acciones concretas para, lo antes posible, cumplir la recomendación dada por la OMS, permitiendo así combatir las “islas de calor” originarias de zonas urbanas y causadas por la arcilla, hormigón, pavimento y otros materiales altamente absorbentes de calor. Si nada se hace, colocando en primer lugar a construcciones por sobre árboles, arbustos y plantas, más temprano que tarde estaremos hablando de temperaturas sobre 40 grados Celsius -con sensación térmica aún mayor- peores olas de calor y un incremento del riesgo de padecer afecciones a la piel.
Javier Osorio O.
Ex Vicepresidente Interno Federación de Estudiantes USS, sede Santiago
Estudiante de Derecho UAH