Hablar de Jorge Francisco Arriagada Maturana es hacer referencia a un hombre íntegro; buen hijo, esposo dedicado a su mujer, excelente padre y amigo sincero. De carácter firme y directo, pero comprensivo, que dejó benéfica influencia y legado en todas las instituciones en que ha participado. Preocupado por las personas más vulnerables, a quienes siempre tendió una mano generosa, solidaria y desinteresada.
Sanfernandino de tomo y lomo, contador eficiente y dedicado a sus clientes; junto con su hijo Raúl se desempeñó durante varios años en su oficina profesional que tuvo distintas ubicaciones. En una de éstas le conocí en una faceta que pocos cultivan: el ajedrez. En ese tiempo, yo era un jugador ocasional, pero Jorge me mostró los beneficios de su práctica habitual, el desarrollo del pensamiento crítico, la reflexión y el análisis; sin olvidar que lo más importante es aceptar las partidas tal como se daban, sin "sacar el quite" a los riesgos, ni responsabilizar a otros cuando el resultado era adverso. Eso es lo que este gran dirigente mostró en el Club de Ajedrez de San Fernando, institución que con abnegación y esfuerzo supo conducir, por la senda del progreso a lo largo de más de 20 años de actividad. Aunó criterios y sumó voluntades, apoyado por todo aquel que deseara trabajar por los niños de San Fernando; así, consiguió auspicios para sacar adelante una Escuela de Ajedrez y organizar nada menos que 3 Campeonatos Nacionales abiertos, con la participación de destacados cultores del juego-ciencia, como Carlos Silva, Luis Rojas, Jorge Egger, Rodrigo Valenzuela, Giovanna Arbunic, todos quienes poseían la norma de Maestros Internacionales debido a su ELO (puntaje internacional) y fueron además campeones de Chile, junto con ser seleccionados nacionales, representando al país en Olimpíadas y Campeonatos del Mundo.
Hoy, cuando los avatares de la vida le tienen en un delicado estado de salud, sus amigos y colaboradores cercanos hemos querido reconocer su valiosa labor y hacer votos por su pronta recuperación; pidiendo para su familia, su esposa Érika y sus hijos, mucha fuerza y el mejor de los ánimos; agradeciendo al mismo tiempo haber podido compartir con Jorge grandes momentos de camaradería y unidad, refrendados en anécdotas que nos marcaron en el lugar donde se atesoran las más hermosas vivencias: nuestros corazones.
Luis Gabriel Arenas Flores
Profesor de Castellano
Pontificia Universidad Católica de Temuco
Centro de Estudios Avanzados de San Fernando