Finalizando el mes de octubre Fedefruta (productores frutícolas de Chile) declaró que más de la mitad de los productores frutícolas tiene entre un 50% y 70% menos de trabajadores para sus faenas en huertos o instalaciones. En efecto, en O'Higgins se calcula que en el sector agrícola se está trabajando con un 30% de los trabajadores que había el año pasado.
En general, se ha vinculado el problema de la escasez de mano de obra a las ayudas sociales implementadas en pandemia ("bonos"), aunque si observamos las cifras a nivel regional, estos aportes no resultan tan elevados como para ser un desincentivador de la búsqueda de empleo.
De hecho, según cifras del Ministerio de Hacienda, en promedio, durante el período mayo 2020 - septiembre 2021, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), incluyendo "Bono Navidad", significó MM$48.352, beneficiando a 540.642 personas (59% de los habitantes de la región) en 242.101 hogares. Esto quiere decir que cada vez que se entregaron bonos, en promedio, cada persona recibió cerca de $89.435 y cada hogar tuvo un aporte de $199.720.
Por otro lado, si observamos las razones para no buscar empleo que las personas desocupadas e inactivas aluden en la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), podemos ver cómo, respecto a mediciones realizadas hace diez años, en la actualidad existe un aumento de 24,4% a 27,2% en las respuestas que se relacionan a "responsabilidades familiares"; de 7,1% a 12,1% en quienes indican "motivos de salud permanentes"; y de 1,6% a 2,6% en quienes responden manifestando "motivos de salud temporales" para no buscar trabajo.
Además, si consideramos que la tasa de ocupación informal durante las últimas mediciones se ha acercado a las cifras prepandemia, rondando el 25% (superando incluso el 30% en la provincia de Cardenal Caro), aparecen otros factores como plausibles para explicar las razones de la escasez de trabajadores/as en la región.
De hecho, algunos focos desincentivadores pueden ser los bajos salarios de los empleos formales que, con $545.904 promedio mensual para los hombres y $448.951 para las mujeres, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) del INE, tienen a la región ocupando uno de los últimos puestos a nivel nacional. Otras razones están asociadas a lo poco atractivo que pueden resultar las ofertas laborales en los sectores productivos que más empleo concentran, como el Agro, el Comercio y la Industria, además de cambios a nivel subjetivo, relacionados con los sentidos que entrega el trabajo para la vida de las personas, lo estimulantes o desafiantes que pueden ser las tareas que demandan los puestos de trabajo y la posibilidad de compatibilizarlo con actividades extra-laborales, sociales e incluso políticas.
Estos factores nos permiten comprender la complejidad de un problema que no se solucionará si se insiste en estigmatizar a quienes "no quieren trabajar" o se entregan explicaciones mono causales, acotando las razones a los "bonos", omitiendo la multidimensionalidad de un fenómeno que se relaciona con la calidad de los empleos, las condiciones de trabajo y salariales que configuran una matriz productiva que tiende a la precarización laboral, así como con dimensiones valóricas, simbólicas o culturales que, mucho más que antes, después de octubre del 2019 y con una pandemia mundial a cuestas, están siendo consideradas por las personas al momento de buscar empleo.
Mauricio Muñoz Flores
Sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales.
Analista Observatorio Laboral de O'Higgins