En el mundo agrícola todo huerto se debe manejar de acuerdo a los requerimientos propios de cada especie y variedad, con el objetivo de obtener un buen rendimiento y mantener la calidad de la fruta. Particularmente, para el caso del duraznero, se debe tener en cuenta que posee mayor cantidad de fruta que la necesaria para una buena producción, por lo tanto, se deben realizar prácticas de manejo manual que permitan disminuir la carga frutal.
En este sentido, el raleo de flores y frutos en durazneros es una práctica esencial para optimizar el tamaño de la fruta, mejorar el color, forma y calidad organoléptica, maximizando su valor para las empresas frutícolas, además de promover la floración para la próxima temporada, mantener el crecimiento y la estructura del árbol.
En la ruralidad, el raleo es una actividad que el agricultor y agricultora lo tributa como herencia ancestral y familiar. Existen diversas formas de controlar el tamaño de la producción de un árbol frutal, por ejemplo, en la antigua Roma el corte de dominancia apical se mantuvo durante muchos siglos en la agricultura, en el caso de Chile, el raleo de duraznero, es un trajín que el campesino y campesina chilena, maneja a la perfección. En algunos casos, la maestría es tan sublime, que no es novedad que un agricultor o agricultora de San Vicente de T.T, capacite a estudiantes de agronomía en la buena aplicación del “raleo”; “cuatro duraznos en ramas muy largas, dos o tres en ramas medianas” mientras que para los más prolijos, “dejar frutos separados entre 10 y 15 centímetros, uno del otro sobre las brindillas”, asegurando la calidad total del durazno.
En la actualidad, debido a la agricultura moderna, existen químicos que emulan un raleo sintético a los durazneros. Sin embargo, en nuestro valle del Cachapoal y Colchagua, en el mes de octubre -y durante más de un siglo -continúa la actividad de desprender el volumen frutal de las ramas del duraznero. Es una actividad fundamental que asegura una buena cosecha en los duros meses de diciembre y enero, donde todas y todos sabemos, que el sol pega más fuerte, pero el bolsillo es más dulcecito; abundante dinero sometiéndose a la autoexplotación, o más conocido como trabajar a “trato”: Una vez en El Tambo, parcela 73, a las 14:00 con 36° a la sombra, unos temporeros/as que sobrepasaban los 65 años me dijeron lo siguiente, y mi corazón se partió: ¡cuando el sol pega, los sueños se queman!.
Salvador Pizarro Luco
Historiador, El Naranjal San Vicente de T.T
Docente de Historia, Liceo Bicentenario Ignacio Carrera Pinto
Estudiante de Magister en Desarrollo Rural, Universidad Austral de Chile