El 13 de octubre se cumplieron 49 años del accidente del avión uruguayo ocurrido el año 1972 en la cordillera frente a San Fernando y que dio origen a una enorme cadena humana de solidaridad, que incluyó al Club Aéreo, arrieros, soldados, carabineros, aviadores, andinistas, periodistas, radioaficionados, personal de vialidad y el Ministerio de Salud, etc.
Todo comenzó para los sanfernandinos cuando el 21 de diciembre de 1972, el arriero Sergio Catalán se presentó en el Retén de carabineros de Puente Negro portando un mensaje escrito por uno de los sobrevivientes de un avión uruguayo perdido hacía más de 70 días. Todas las operaciones del rescate se centraron en el regimiento de San Fernando comandados por el Comandante Enrique Morel.
Sobre este hecho histórico único en la aviación mundial, se han escrito cientos de artículos periodísticos, decenas de libros documentales, se han hecho películas, videos, charlas, etc. De este amplio tema en las pocas líneas de este artículo me referiré a dos personas, dos soldados, que tuvieron activa participación en la misión de rescatar a los 14 sobrevivientes que permanecían atrapados a 3.600 metros sobre el nivel del mar, sobre el glacial Las Lágrimas en plena cordillera de Los Andes, frente a San Fernando, mientras los sobrevivientes Canessa y Parrado por diez días cruzaron la cordillera para pedir auxilio.
Estos anónimos soldados que cumplieron con su deber son los sanfernandinos Ramón Canales Cornejo, cabo primero de la FACH y José Bravo Castro, cabo primero (enfermero) del regimiento de Colchagua. El señor Ramón Canales, nacido en San Fernando y ex alumno de preparatoria del Liceo Neandro Schilling, el día 22 de diciembre del año 1972 viajó desde el grupo FACH en Santiago como tripulante de uno de los tres helicópteros preparados para el rescate en las montañas. En el Regimiento Colchagua de San Fernando los esperaba su comandante el Coronel Enrique Morel D., donde se les informó que se había instalado un campamento base en los Maitenes al interior de la cordillera. Ramón Canales viajó hasta donde estaban los 14 sobrevivientes en el helicóptero H-89, al mando del comandante de escuadrilla Carlos García M. guiados por el sobreviviente uruguayo Fernando Parrado. En esa aeronave también iba el médico Sr. Arriagada, el tripulante Polverelli y el Sr. Villegas integrante del Cuerpo de Socorro Andino (C.S.A.). Para poder llegar al lugar del rescate, los dos helicópteros debieron subir hasta los 4.950 metros sobre el nivel del mar (s.n.m.) en condiciones extremadamente difíciles y riesgosas, volando entre las nubes con muy poca visibilidad, con fuertes y turbulentos vientos. En esas condiciones les costó ubicar los restos del avión pintado de blanco en medio de la nieve. Entre las tareas propias del rescate Ramón Canales tuvo la misión de manejar una máquina filmadora y dejar un registro fílmico y fotográfico del primer contacto con el lugar del accidente.
Considerando el día nublado y de mal tiempo y la topografía inclinada del lugar con nieve, los helicópteros no pudieron aterrizar y en la primera aproximación lanzaron medicinas, alimentos y equipo de SAR, en la segunda vuelta y a ras del suelo nevado se lanzaron el enfermero José Bravo C. y los integrantes del C.S.A., luego apoyando sólo un esquí en la nieve, lograron subir a los helicópteros a seis sobrevivientes rescatados. El retorno a los Maitenes fue también muy difícil, pues las montañas en ese sector son de más de 4.500 s.n.m.
El cabo primero José Bravo Castro el 21 de diciembre de 1972 a las 17:00 horas aprox. Recibió la orden de participar en el rescate, preparó su bolso sanitario con los medicamentos de primeros auxilios y viajó hasta los Maitenes llegando a la media noche, donde atendieron a Canessa y Parrado, los que estaban en regular estado físico y presentaban grandes síntomas de desnutrición. Al otro día en la mañana llegaron los tres helicópteros y en uno de los dos que fueron al rescate en la alta montaña el cabo José Bravo recibió la orden del comandante Enrique Morel de participar en la misión de ir al rescate de los 14 sobrevivientes que aún estaban atrapados en la alta cordillera de Los Andes. Después de cruzar las altas cumbres bajaron hasta los 3.600 metros s.n.m., donde estaban los sobrevivientes uruguayos junto a los restos del fuselaje del avión siniestrado. En un vuelo a baja altura se lanzaron el cabo José Bravo y Lucero, Díaz y Villegas del Cuerpo de Socorro Andino. Una vez en el suelo con nieve ayudaron a subir a los helicópteros a seis rescatados, quienes emprendieron vuelo de regreso a los Maitenes y a San Fernando.
José Bravo se quedó con los tres andinistas del C.S.A. junto a ocho sobrevivientes y durante unas horas practicó curaciones y proporcionó medicamentos, permaneciendo como hasta las 2:00 horas de la noche en el fuselaje del avión constatando el estado de salud de todas las personas. Luego permaneció en una carpa que instaló el C.S.A. hasta la mañana del 23 de diciembre en que todos fueron rescatados de las montañas, donde solo quedaron los restos mortales de las 29 víctimas fatales que produjo el accidente y odisea en las montañas.
Los rescatistas agradecieron al país, que les dio los medios, a la institución que los capacitó, a los anónimos mecánicos e ingenieros que con su capacidad y profesionalismo le entregaron los helicópteros en condiciones óptimas de funcionamiento que les permitió regresar a sus bases y cuarteles con la satisfacción de la misión cumplida.
Pedro Marchant Villanueva
Profesor Liceo Neandro Schilling