La pandemia cambió de manera radical nuestras vidas, sin lugar a dudas. Las medidas sanitarias implementadas por la autoridad sanitaria y destinadas a proteger la salud de la población significaron un cambio drástico en nuestra forma de llevar nuestra vida social, familiar y laboral. Debimos distanciarnos físicamente de los demás, tuvimos que confinarnos en mayor o menor grado, tuvimos que sacrificar parte significativa de nuestro bienestar en pos de nuestra salud y la de los demás.
Algunas personas sufrieron la enfermedad y hasta hoy viven sus secuelas, otros perdieron seres querido de manera repentina viendo además restringidas la posibilidad de despedirlos como nos es habitual, haciendo aún más doloroso el duelo. Más dificultad agregó la inmensa cantidad de información que circuló y aún circula respecto de la pandemia, de sus causas, de la real efectividad de las medidas preventivas, mucha de ella contradictoria entre sí, generando confusión. El tiempo y lo que hemos hecho como sociedad, no sin dificultades, ha dado la razón a los argumentos emanados de los organismos oficiales y del mundo científico en general, podemos controlar la propagación del virus si trabajamos colaborativamente. Gracias a esto, hoy podemos visualizar un futuro próximo cada vez más normalizado, un mundo más parecido al de antes, sin dejar de considerar que deberemos seguir asumiendo, por un tiempo que no tenemos claro aún, un costo personal, familiar y social para seguir estando saludables.
En ese contexto descrito, nuestras emociones se hicieron más intensas, como era de esperar, aparecieron el miedo, la inseguridad, la rabia, la ansiedad, la tristeza, etc, como claras y legítimas respuestas humanas a una situación amenazante ante la cual no teníamos respuesta, no teníamos recetas para abordarla y en donde muchas veces una gran mayoría de nosotros y nosotras pensamos lo peor. La Pandemia nos azotó, nos puso a prueba de una manera brutal, evidenció sin matices nuestras debilidades y nuestras fortalezas como individuos, como sociedad y como especie, y nos deja la misión, como en toda experiencia sufriente que intentemos superar, de sacar aprendizajes, aprendizajes y más aprendizajes, aunque eso suene exagerado.
Ps. Alejandro Gómez Mora
Jefe Unidad de Psiquiatría y Salud Mental
Hospital San Fernando