Nuestra vida durante la pandemia se ha convertido en una genuina montaña rusa de emociones. Estamos insertos en una sociedad donde prima el estrés laboral, social y la presión psicológica. Esto, sumado al pináculo de la tecnología, hace que cada vez sea más difícil desconectar de vez en cuando y dedicarle un poco de tiempo a nuestras actividades de ocio y recreación. La falta de tiempo libre se ha convertido en algo de lo que presumir, puesto relacionamos a las personas ocupadas con valores positivos. Pero, cuanto más se afirme esta asociación, menos importancia damos a los cuantiosos beneficios y ventajas del ocio para la salud.
Cada día vamos acumulando más ganas de salir a bailar o irnos de fiesta, pero la economía, el miedo innato al contagio y las restricciones nos deja la sensación de un panorama poco deseable para la vida nocturna
Espacios cerrados, llenos de personas, empujones para pedir un trago y roces constantes tras varias horas de fiesta, donde el contacto físico es inevitable, las discoteques son un lugar ideal para que el COVID-19 se propague, por lo mismo, serían los últimos en recuperar la normalidad tras la pandemia.
Podemos observar algunos países de la Unión Europea están reabriendo sus discoteques con 50% de aforo interior, registros de asistentes para la trazabilidad, restricción del uso de la barra y mascarilla ¿estamos preparados para un nuevo estilo de baile?
Las discoteques dejaran de ser espacios donde uno podía socializar con el público, espacios delimitados para bailar, distancia interpersonal y la restricción del consumo de bebidas en la pista, son algunas de las ideas que hacen ruido este último tiempo tras una posible reapertura de discoteques. Estamos claros, necesitamos tiempos de ocio, recreación y por sobre todo bailar.
El baile contribuye con numerosos beneficios para la salud mental, mejora las relaciones interpersonales, ya que ayuda a superar la soledad, la timidez y hacer nuevas amistades, reduce el estrés ya que la música y el baile ayudan a la relajación. Un reporte de la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha destacado los beneficios para la salud, tanto mental como física, de varias actividades culturales, como el teatro, la música y el baile.
En el mismo sentido, el baile proporciona mejoras clínicamente significativas en las puntuaciones motoras para los pacientes con la enfermedad de Parkinson, según la OMS. El reporte destaca que algunas intrusiones artísticas no solo producen excelentes resultados, sino que también pueden ser más rentables que los tratamientos biomédicos más comunes.
Sin duda alguna, el baile, el recreo y escuchar música aportan grandes beneficios a nuestra salud mental y física, pero debemos defender nuestros derechos al ocio y salud. El ocio es una realidad heterogénea, es mucho más que hablar de cultura, viajes o deporte, es una realidad que cada individuo establece de distinta manera. Hacer realidad el Derecho al Ocio significa, entre otras consideraciones, proteger la vida comunitaria, el derecho a la fiesta, a lo lúdico y recreativo, a los espacios sociales y a la acción solidaria.
Francisco Espinoza Rivas
Psicólogo, Magíster en Gestión de Organizaciones
Hospital Las Higueras