¿Hace cuánto tiempo? Lo ignoro, aunque hace ya muchos años me resigné a no saber que a estar consciente de los fenómenos contingentes. ¡Es preferible amar la ignorancia, que saber de los deplorables hechos actuales!
Sin embargo, es imposible estar completamente inmune al entorno inmediato; más aún si este forma parte de la historia de vida de una persona, de sus recuerdos.
¿Hace cuánto tiempo? No lo sé, pero aventuro que hace menos de un año. Lo cierto es que la fuente de la Plaza de Armas de la Comarca de Ensueño luce apagada y carente de varios de sus ornamentos. Las cuatro sirenas que la habitan ya no inspiran como antes. Su canto se apagó y sus caracolas sólo emiten un silencio fúnebre.
No obstante, aún continúan habitando esta bella fuente. ¿Cómo es que aún han de seguir viviendo en ella? ¿Ya no tienen a dónde ir? ¿Emprenderán algún día su definitiva retirada?
Lo cierto es que una de las garzas que coronan la fuente, ya no está. ¿Habrá sido enviada por las sirenas, cual ave mensajera, para traer nuevos prodigios? ¿O emprendió el vuelo por sí sola hacia un ágora socrática? ¿Se cansó de los actuales ídolos decadentes y se encumbró hacia la morada de los antiguos dioses? ¿Regresará para volver a bautizar a la Comarca de Ensueño?
Por ahora, sólo queda reflexionar que la paradoja de la belleza de una obra de arte es, que a pesar de ser abandonada y dañada por la acción de terceros y por el paso de tiempo, aún ha de mantener un aura de dignidad, que eternamente invita a la profunda contemplación.
Cae la tarde. Los últimos rayos de un sol aún invernal emprenden su retirada, mientras observo el lugar que ocupaba esta garza. Es un espacio vacío que me induce a creer, quizás con ingenuidad, en la fertilidad de su ausencia.
Texto y foto: Patricio Balocchi Iturra.