Por Víctor Catán, presidente del Programa Fruticultura Sustentable Región de Valparaíso y de la Asociación de Agricultores de Los Andes.
La sequía está golpeando muy duro a la agricultura de nuestro país. El daño que genera va más allá de perder producción, sino que también pega fuerte en la inversión, el empleo, y finalmente en la calidad de vida de quienes se dedican a esta actividad tan fundamental.
El agro entrega desarrollo y dignidad a la gente del mundo rural, algo que se está viendo en peligro debido al desastre que deja la escasez hídrica. Si bien en los últimos días hemos recibido lluvias tan ansiadas por toda la zona centro, aun no es suficiente para recuperar el déficit.
Cómo nos gustaría tener la tranquilidad que tiene hoy en día la Región de Coquimbo, donde ya cuentan con seguridad de riego para los proximos 2 a 3 años venideros, gracias a los embalses que poseen y a la eficiencia de riego que han alcanzado, cosas ausentes en el Valle del Aconcagua. En esta zona estamos viviendo una verdadera catástrofe por la falta de inversión en estructura hídrica, algo que llevamos esperando 100 años.
Por todo esto, valoramos enormemente el acuerdo al que llegaron las Juntas de Vigilancia de la Primera, Segunda y Tercera sección del Río Aconcagua junto con Esval, para levantar un plan de obras que asegure la sostenibilidad futura de la cuenca, un tema esencial dada la sequía estructural que nos afecta desde hace más de una década.
Llevábamos muchos años esperando poder sentarnos a la mesa y tener el documento firmado. Queda muy poco para ver materializadas las obras de este acuerdo, el que busca solucionar de manera integral la problemática de la sequía, garantizando el recurso hídrico para consumo humano y mejorando la eficiencia del riego agrícola, a través del manejo integrado de las aguas superficiales y subterráneas.
Nuestras autoridades están entendiendo que no solamente se puede ver la rentabilidad por cuánto aporta al PIB un proyecto. Aquí hay una rentabilidad social. Es fundamental mantener a las personas en las zonas rurales con buenas alternativas de trabajo y desarrollo, incorporadas a la sociedad, algo que la agricultura entrega.
Es necesario cambiar la mirada con la que se evalúa la rentabilidad de las inversiones hídricas en el sector agrícola. Y este acuerdo entre las Juntas de Vigilancia y Esval nos demuestra que es posible trabajar para tener una mejor y más sustentable agricultura en nuestro país.