Durante la pandemia, estamos envueltos con incertidumbres, miedos y en algunos casos desesperación. Este artículo intenta responder de forma sucinta, a las siguientes preguntas: ¿De qué se trata el miedo?, y ¿cómo podríamos relacionarnos con esta emoción?, porque sin lugar a dudas a veces debilita.
Algunos habrán escuchado a profesores, terapeutas, doctores, a las autoridades o a seres queridos, en decir con buenas intenciones: "digan, no tendré miedo...y sigan adelante con coraje". Y es cierto, por un lado, hay que tener coraje. La diferencia de un cobarde y un valiente, es que en el caso del primero al sentir miedo, tiende a bloquearse sin hacer nada, no enfrenta lo atemorizante. En cambio, una persona valiente, aunque sienta miedo, se atreve igualmente. El cobarde y el valiente, ambos sienten miedo.
Una mujer deportista, gozaba con ser paracaidista, diciendo una vez: "Habían colegas que no se tiraban del avión, pero yo igual lo hacía, porque después eran como miedos controlados". Si prestamos atención, la paracaidista no actúa en base a la consigna "no tendré miedo", o sea, que dicha frase, no serviría para enfrentar dicha emoción, porque el miedo emerge y habita en un plano inconsciente de nuestra mente, en lo irracional e involuntario. Entonces, decir no tendré miedo, desde la voluntad, es como pensar que esta emoción, perteneciera al plano consciente y voluntario, como si el miedo pudiera eliminarse. Vivir sin miedo, es creer que podemos vivir sin el sufrimiento, siendo que éste último, también es parte de nuestras vidas. El miedo, el sufrimiento o la frustración, nos acompañan desde los primeros períodos de nuestra vida.
Si el miedo es irracional, inconsciente e involuntario, ¿qué podemos hacer al respecto? No hay peor miedo, como aquel que no presenta motivo alguno. Así estaríamos más cerca del terror. Ahora explicaremos por qué.
El miedo, la angustia y el terror, suelen ser tratados como sinónimos, pero en relación al peligro se pueden diferenciar, porque la angustia destina un estado como de expectativa frente al peligro, y existe cierta preparación de las personas, aunque no conozcamos aquel peligro. En cambio, el miedo solicita un objeto determinado, el cual su presencia tendemos a sentirla como amenazante. El terror por su parte, la persona cae en un estado sin sentirse preparada y se destaca el factor de la sorpresa. (Freud, 1920).
Frente al miedo, indagar dentro de nosotros resulta indispensable, buscar algún motivo de lo que nos amenaza. Por ejemplo, al ser escuchados por alguien, posibilitamos efectos en nuestras mentes, para lograr hacernos preguntas, e ir desmenuzando el miedo, para aprender a vivir con éste. Una explicación, por más sencilla que sea, es mejor que no decir nada y reprimir nuestros temores, sin verbalizarlos. Una explicación a un otro-semejante, puede ser imaginada como una ventana, porque abre horizontes. El acto de buscar explicación al miedo, dependerá de cada grupo etario, porque un niño, un joven o adulto mayor, buscan explicaciones de distinta forma. Para finalizar, durante la pandemia es fundamental, reducir la cantidad de información que procesamos de los medios de comunicación, para prevenir un aumento de estrés, miedo o ansiedad. Tomar protagonismo para enfrentar con preguntas nuestros miedos, permitiría buscar dentro, mirarnos dentro, ejercitando el pensar con un otro, para no quedar sólo en una actitud infantil de desagrado, con crisis de angustia, o sintiendo el abismo del terror. Ahora le toca al lector de este artículo, preguntarse: ¿miedo o terror?.
Cristián Andreo Ilabaca
Psicólogo Clínico
Magister(c) en Psicología Clínica Mención Psicoanálisis
Postítulo (c) en Clínica Psicoanalítica
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
- Freud, S. (1920): Más allá del principio de placer. En, J. L. Etcheverry (Trad.), Obras Completas V. XVIII (pp. 1-62). Buenos Aires: Amorrortu (eds.).