El rol del estado en la emergencia y el clientelismo político

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La necesidad provocada por el coronavirus, sumada a la precaria situación económica en que ya vivía una gran parte de la población del país han fortalecido una mala práctica de nuestra actividad pública: el clientelismo político.

Aún teniendo presente que nuestro país y nuestra ciudad tienen muchas cosas que debemos mejorar, partiendo por la gran desigualdad con que vivimos, la falta de oportunidades para trabajar, educarse, acceder a salud adecuada, el gran individualismo que se ha extendido a gran parte de nuestra sociedad y que no nos deja asociarnos a las personas con que vivimos y trabajamos; para buscar solución a nuestros problemas de manera comunitaria, entre otros muchos que podemos poner en una larga lista de carencias, la actual coyuntura -el Covid 19- nos obliga a centrarnos en la pandemia.

Nuestros peores temores respecto del manejo del gobierno de la epidemia de coronavirus y de sus consecuencias en la situación social del país, basados en las opiniones de expertos de distintos ámbitos -que podemos encontrar en una simple revisión de los distintos medios de prensa- se han ido materializando, constatándose un lamentable aumento de los contagios y de los fallecimientos, además, de un alarmante aumento de la cesantía y deterioro de la situación económica.

Para decirlo derechamente, la situación es mala al extremo de comprometer la capacidad de parte de la población para conseguir su sustento diario y todo indica que tiende a empeorar.

Tanto el gobierno como la sociedad civil han desplegado iniciativas para paliar, al menos en parte, la condición de la parte más afectada de la población con más o menos éxito y entre estas han aparecido distintos tipos de "ayudas" de personas, entidades y autoridades.

Este contexto, ha permitido que se manifieste con cierta fuerza un fenómeno, que ha estado presente desde siempre en la política chilena: el clientelismo político. En pocas palabras y citando un artículo de CIPER Chile, se trata de "un intercambio recíproco de favores entre dos personas, el patrón y el cliente, quienes controlan recursos desiguales". En resumen, se hace un favor y, en respuesta, el elector entrega o "vende" su voto. Esta práctica es más común en elecciones municipales y regionales, pero tiene impacto en las elecciones nacionales. También es relevante como aseguramiento de la clientela entre elecciones.

La situación de necesidad que hoy vive parte de nuestra población la hace vulnerable al aprovechamiento de la peor parte de nuestra clase política. Ya han aparecido en distintos lugares los parlamentarios inescrupulosos que reparten alimentos en envases con su fotografía, los concejales que ponen túneles sanitizadores con su nombre o personajes más o menos poderosos que reparten comida a cambio de fotografías que publicitarán en sus redes sociales, en la lógica paternalista del patrón que pide el voto a cambio de una dádiva.

Estas prácticas desnaturalizan la razón de ser de la política y se vuelven más influyentes cuando hay poca participación ciudadana en los eventos electorales. El sistema político chileno se ha llenado de autoridades que se hacen elegir en la lógica del clientelismo para mantener el cargo para el cacique local, con total falta de compromiso con un programa político de cambio social que beneficie al conjunto de la sociedad y no solo a sus eventuales clientes.

El clientelismo es una de las causas principales de la ineficacia del sistema político para generar leyes y administraciones que beneficien al pueblo y que han puesto el estado de Chile en manos de aquellos que tienen poder y dinero para financiar este actuar. La lógica es simple pero no suficientemente conocida: se da a la población regalos y a cambio los políticos elegidos de esta forma hacen leyes que entregan millonarias riquezas y privilegios a los sectores más ricos del país.

Nuestros políticos y nuestras autoridades no pueden ser patrones que de forma más abierta o mas encubierta compran el voto; Esperamos que nuestros políticos sean elegidos por ofrecer al electorado programas políticos que resuelvan las necesidades de la población y por implementarlos, luego, eficientemente.

A pesar de lo loable de algunas iniciativas de ayuda, no puede ser posible que compatriotas nuestros dependan de la caridad para su subsistencia.

Desde nuestra óptica y en lo fundamental, esperamos que sea el Estado Chileno a través de sus distintos organismos el que se haga cargo de la emergencia entregando las ayudas sociales necesarias para la alimentación y mantención digna de la vida de la población más afectada por el coronavirus y sus consecuencias económicas.

Gabriel Rojas Oyarce
Contador Público y Auditor
Licenciado en Auditoria
Dirigente PC San Fernando

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