A 10 años del desastre total

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Dicen que el recordar es bueno y forma parte de la historia, pero hoy al hacerlo siento el mismo temor que sentí hace exactamente diez años.

Mi corazón vuelve a latir con fuerza y mis sentidos quedan aún más atentos; la memoria recuerda y yo los recuerdo a ellos, a todas aquellas víctimas del 27/F, a todas aquellas víctimas de la fuerza incontrolable de la naturaleza y de aquella vivencia que me hizo actuar, no sólo como Detective, sino que aplicar el criterio y empatía para ayudar a quienes, al igual que yo, vivimos tan de cerca la muerte.

Vayan, para todas aquellas personas este recuerdo; que sin duda no sólo remeció nuestra tierra, sino que también nuestras vidas, sueños y miedos.

A continuación, les relato parte de mi historia, de aquella experiencia de vida marcada a fuego, y lo más importante me hizo reflexionar sobre el verdadero valor, de nosotros, los Detectives.

La madrugada del 27 de febrero de 2010, me encontraba yo, así como muchos de los nuestros, cumpliendo con el servicio de guardia, en aquel pequeño pero hermoseado cuartel de la PDI, en la ciudad de Constitución, en la región del Maule. Aquel edificio blanco, emplazado a orillas del río Maule, a pocos metros del sector denominado La Barra y casi frente de la hermosa y muy visitada Isla Orrego, hoy memorial de esa trágica madrugada, y que en aquella jornada, mantenía vigilia por tantas celebraciones con motivo de la "Semana Maulina"; cantos, fogatas, parrillas rebosantes de pescados y carnes, que no hacían más que llenar de vida, esa trágica noche Maulina.

Siendo las 03:20 horas, un terremoto y posterior tsunami remeció e inundó gran parte del país. Yo en mi calidad de encargado de guardia del complejo policial, salí a duras penas, eran escasos metros los que separaban el acceso principal del cuartel con el ahora atemorizante río Maule. Al frente la gente de la Isla cruzaba desesperadamente en los pocos botes disponibles y yo entre oscuridad, polvo y agua, trataba de reincorporarme de tan brusco movimiento telúrico. Fueron varias las ideas que cruzaron por mi cabeza, también y quizás, la más cobarde, era trepar a la antena de comunicaciones del cuartel y allí esposarme en espera de ayuda o de la fuerte arremetida del mar que pronto vendría. Pero hubo algo que cambió ese pensamiento, aunque aún mantengo como recuerdo ese par de grilletes, tal vez como símbolo y recuerdo de una buena decisión.

En efecto el permanecer ahí no era lo correcto, afuera cientos de personas necesitaban ayuda y fue eso lo que marcó la diferencia entre un simple trabajo a la vocación y servicio, dándole sentido y valor a la labor de un Detective.

Como hombres y mujeres de bien, somos entrenados y moldeados para enfrentar los más crueles escenarios, tenemos la mente, el corazón y el brazo listos para enfrentar al más ruin adversario; pero enfrentar nuestros miedos y la fuerza indómita de la naturaleza, para eso ¿Quién está realmente preparado?.

Esa madrugada, tuve una suerte única, un par de detectives fueron en mi ayuda y juntos despejamos los portones de acceso, del hasta ese momento aún en pie, cuartel policial

Una vez despejado el camino, avanzamos, entre techumbres, muros, escombros y una perfecta oscuridad y al avanzar subimos a nuestras patrulleras, a quien se cruzará en el camino, la idea era ponerlos a salvo, pues el tiempo y la fuerza de un furioso mar, arremetía con toda la costa Maulina.

Así fue como pusimos a salvo, a una no menor cantidad de habitantes de aquella ciudad. Fue una larga noche de sacrificios y esfuerzos casi sobre humanos, no había tiempo para descansos, eran miles los afectados y a la luz del día, un centenar de fallecidos, producto de uno de los desastres más grande del que se tenga recuerdo; y que justamente hoy, se cumplen diez años.


Comisario Cristian Barría
Sub jefe Brigada Investigadora de Robos Rancagua

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