Variadas críticas han hecho colapsar el sistema único de selección del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH). En medio de la crisis, surgen posibles soluciones para corregir las deficiencias y mejorar el sistema.
Como un hecho inédito, y a consecuencia del estallido social, la PSU fue pospuesta en dos oportunidades, siendo este lunes 6 de enero la fecha en que finalmente los más de 290 mil inscritos darían la Prueba de Selección Universitaria. Sin embargo, el descontento de los estudiantes hacia este sistema hizo que múltiples protestas y luego la filtración de uno de los exámenes dieran como resultado que finalmente se suspendiera. Si bien se trata de un conflicto que afecta al método de selección hace ańos, es ahora cuando deben surgir las soluciones que permitan avanzar en esta materia.
La principal crítica a la PSU, operativa desde 2004 por el CRUCH, es que se trata de un sistema único que ha logrado instituir la desigualdad: "Entendiendo que filtra por elementos que se asocian a condicionantes sociales imposibles de aislar en esta medición y que fomenta las brechas sociales dejando en clara desventaja a aquellos estudiantes que acceden a rendir la prueba con falta de insumos de base", explica Marcelo Arriagada, jefe de la Consultora Ziemax.
En la misma línea, el profesional indica que ya en 2005 un informe internacional (Informe ETS, en manos de la Universidad de Chile) indicaba los sesgos curriculares que existían en la prueba. "La PSU como método único de selección es esencialmente segregador, ya que asegura que las personas que ingresan a las universidades a través de este medio sean quienes han tenido condiciones socio económicas favorables, lo que fue seńalado en el informe Pearson del ańo 2013, y además, reafirma la brecha social desfavorable hacia liceos que no imparten enseñanza científico-humanista, sectores rurales y más vulnerables", puntualiza.
Frente a esta realidad, tanto la opinión pública como los expertos en Educación han insistido en la necesidad de un cambio de paradigma que asegure un proceso de ingreso a las universidades más eficiente.
"El foco implica incorporar otros procesos distintos como la medición de interés y expectativas, en miras del futuro de cada postulante, y de medición del proceso escolar, que marca la pauta acerca de logros y orientaciones. Lo que ha quedado claro es que un test único como el actual, con el peso ponderado que tiene para filtrar el acceso, sólo cumple con filtrar, pero no con promover el acceso, ni menos con proyectar permanencia", seńala Arriagada.
De acuerdo a lo expresado por el jefe de la Consultora Ziemax, la selección universitaria, mirando experiencias ya implementadas en países que son parte de la OECD, debe configurarse como un sistema multidimensional, que se engrane con la educación secundaria. "Los sistemas exitosos internacionales demuestran que el acompañamiento previo al estudiante disminuye los niveles de incerteza en decisiones y perfilan un estándar de acceso y permanencia asociado en específico a las distintas carreras. Se valora más y de modos diversos los intereses, motivaciones e historial académico del postulante", enfatiza.
Asimismo, comenta que existe un fenómeno interesante de observar, que es la posición de aquellas instituciones de educación superior que buscan a sus futuros estudiantes y en esa labor configuran un perfil asociado a distintas carreras, ofreciendo por ejemplo, un plan de desarrollo integral que incluye becas deportivas o artísticas.
Sobre el proceso actual, que debido a la contingencia debió ser suspendido, Marcelo Arriagada indica que el futuro inmediato es incierto: "Dependerá mucho de la voluntad del CRUCH de flexibilizar soluciones alternativas para el proceso del ańo 2019, que debería ir de la mano de ponderar distinto la trayectoria académica, más que la PSU".